El futuro de la Cumbre de las Américas y las exigencias reales de la región


Con diversas visiones e interpretaciones de la realidad regional, la Cumbre de las Américas parece que se puede convertir en algo más que una bonita convivencia diplomática y política entre los mandatarios del continente.

Joe Biden y su gobierno, aprovechan esta invitación para intentar desmarcarse de la anterior política regional de la administración Trump. 

Convocaron a esta reunión con la esperanza de crear espacios de diálogo unísonos, pero las exigencias del mundo actual son más fuertes que los comportamientos “políticamente correctos”.

Voces disidentes 

Así, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no acudió como protesta ante la negativa de Estados Unidos de invitar a Nicaragua, Venezuela y Cuba.

AMLO pide una cumbre sin discriminaciones, pero el gobierno de Biden no puede romper de tajo con el concepto tradicional que tiene Estados Unidos: el de asumirse como el paladín de la democracia y de los derechos humanos.

Lo mismo exigió Alberto Fernández, el presidente de Argentina. "Lamento que no hayamos podido estar presentes todos los que debíamos estar", afirmó durante su discurso oficial. 

La postura de Biden

Joe Biden sabe que en gran medida el liderazgo regional de los Estados Unidos, depende de una postura mucho más abierta y plural, tratando de distanciarse de los complejos ideológicos que caracterizan a los grupos ultraconservadores del partido republicano.

“Estados Unidos está dispuesto a trabajar en asociación con todos ustedes: los gobiernos, las instituciones, la sociedad civil, los jóvenes líderes del mañana”, dijo el mandatario estadounidense en la apertura de la Cumbre de las Américas. 

Pero a pesar de esta invitación, no es fácil para Estados Unidos romper con los viejos preceptos (defender a ultranza el modelo capitalista liberal) que le han dado sentido a su “superioridad” política sobre la región. 

Nuevas instituciones

Sin embargo, el mundo ya cambió. Tanto México como Argentina; así como Venezuela, Bolivia o Cuba, exigen la desaparición de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y dar paso a una nueva institución.

Se podrá hablar de diferencias políticas con su líder, Luis Almagro, pero en el fondo la OEA es un organismo que ya no responde a las exigencias del nuevo multilateralismo que se comenzó a gestar a partir de la pandemia.

Ahora vivimos crisis sanitarias, ambientales, alimentarias y migratorias, que necesitan respuestas y soluciones rápidas.

La estabilidad en riesgo

Es tan urgente resolver estos aspectos, que ya son considerados como una amenaza a la “estabilidad” política y social de la región.

Esto puede poner en peligro el modelo democrático liberal como lo conocemos hasta ahora y dar pie al surgimiento de posturas políticas radicales o extremistas, que prometen “combatir” la pobreza, la desigualdad y la corrupción desde una perspectiva menos tolerante.

Los efectos de la guerra en Europa y la posible propagación en América de las ideas radicales rusas, son otras de las amenazas que también intenta combatir Estados Unidos.

Sin embargo, la nueva conformación geopolítica regional parece que apunta más a que varios países están dando un paso al frente para proponer estrategias conjuntas y combatir los problemas comunes, sin depender totalmente del aval del gobierno estadounidense.

Equilibrios y contrapesos 

Esto es muy importante para equilibrar un poco más las fuerzas y erradicar la percepción errónea de la doctrina Monroe de que “América para los americanos” (entendiendo como americanos exclusivamente a los estadounidenses), por una más real donde quepan de verdad todos los habitantes del continente.

Con estas urgencias en la mesa, la novena Cumbre de las Américas que se celebra en Los Ángeles, California, puede ser el inicio de un cambio positivo para la región, pero todo depende de que los países con mayor peso específico del continente, asuman una postura más proactiva en la defensa de sus ideas, aun si esto va en contra de lo establecido por los Estados Unidos.

Mientras que precisamente Estados Unidos, tendrá que aceptar que su liderazgo ya no radica en censurar a otros países o imponer embargos comerciales, sino en impulsar propuestas conjuntas que resuelvan los problemas actuales que permitan hacer de este continente una región más igualitaria y justa.


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