La reforma política del DF y sus vaivenes


Un día un enorme grupo de políticos celebraban la aprobación por parte del Senado de la reforma política del Distrito Federal y al día siguiente, la Cámara de Diputados frenaba la algarabía. Pospuso su discusión y se terminó el periodo ordinario sin que quedara claro si habrá periodo extraordinario para discutir la minuta enviada por los senadores.
Una de las justificaciones de este retraso en la Cámara de Diputados fue que no enviaron desde el Senado, el oficio correspondiente hasta seis horas después de haber mandado la minuta aprobada. Otra es que incluso no llevaba la firma de Barbosa, pero en el fondo lo que pretenden los que no están a favor de esto, sobre todo el PAN, es dejar que bajen los ánimos para luego ver que pueden ganar con esta reforma.
A pesar de este “revés”, como le han llamado algunos al hecho de que se detuviera la discusión de esta reforma por parte de los diputados, sin duda es un gran triunfo político para Mancera el hecho de que el Senado la aprobara.

Pero al menos lleva dos años que esta reforma ya estaba en la escena y en la agenda de Mancera como uno de sus principales objetivos, sin embargo, muy pocas personas saben de qué se trata y cómo modificará las cuestiones administrativas en la capital del país; incluso para muchos de nosotros puede representar tener que cambiar de alcaldía o municipio, si dejar nuestra actual dirección.
El hecho de que la ciudadanía capitalina esté tan poco enterada sobre esta reforma me llena de  sorpresa, ya que esto supone que no hubo un verdadero acercamiento con la población por parte de las autoridades locales para al menos, avisar que si se diera el caso, qué es lo iba a suceder en caso de ser aprobada la reforma.
Y por otro lado, esto también demuestra el poco interés que como sociedad ponemos a lo que pasa a nuestro alrededor. Es un indicio de que la política no nos interesa, a pesar de ser una de las ciudades más avanzadas en temas de derechos humanos, igualdad de género y programas sociales.
Pero también está el hecho de que esta reforma es puramente política. Es decir, todas las implicaciones que incluye la eventual aprobación y puesta en marcha de esta modificación constitucional, están en el marco de ajustes de gobierno, de congreso local, constitución propia y “autonomía”, pero aún no se han especificado los temas en donde la participación ciudadana tendrá un peso específico.
Ni siquiera en la conformación de la totalidad del  Congreso Constituyente se plantea el hecho del voto “libre y universal” para elegir a los responsables de elaborar la carta magna local, ya que según está en la reforma aprobada, tanto el jefe de gobierno, como legisladores y el propio presidente de la República, podrán designar a 40 constituyentes, algo que disminuye en gran medida la parte de “autonomía”.
Es difícil todavía imaginar el impacto que esta reforma –con todos los cambios que aún le faltan por hacer- pueda tener en la vida cotidiana de todos los capitalinos y del resto de la sociedad.
Por ejemplo, es muy complicado imaginar que el día que el DF pase a ser oficialmente la Ciudad de México y por lo tanto un estado más del país, la gente deje de venir a manifestarse desde otras entidades para quejarse por algo local.
O que aunque administrativamente se llegue a dividir el nuevo estado hasta en 20 municipios o alcaldías, en lugar de 16 delegaciones que existen actualmente, los capitalinos sintamos alguna diferencia cuando pasemos de una alcaldía a otra para ir al trabajo.
La aplicación de los programas y las partidas presupuestales todavía es algo de lo que no ha quedado del todo claro, así como las funciones de los nuevos concejales.
Esto es algo que habrá que seguir cuidadosamente porque siendo bien pensados, puede ser un freno a los grupos políticos que se sienten dueños de la ciudad, pero por la parte negativa puede ser que esto refuerce los nichos de poder local y que se afiancen aún con estos mecanismos y que nadie los puede quitar.

Mientras tanto Mancera ya lleva medio camino recorrido en algo que hasta antes de él, nadie se había propuesto o a nadie le había importado hacer un cambio histórico de esta envergadura. Hay que reconocer que esto no es cualquier cosa y ojala la Ciudad de México se traduzca en una bonita provincia moderna y civilizada, y no en un ciudad llena de líos administrativos y burocráticos.

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