El caso Oderbrecht es emblemático de la corrupción estructural en México: académicos de la UNAM
ODEBRECHT ESTÁ INMERSO EN UN ESCÁNDALO DE DIMENSIONES CONTINENTALES |
En México tenemos las mejores leyes de transparencia de
América Latina, pero no pasa nada.
Tenemos avances pro transparencia y pro
información, pero solucionar el problema de la corrupción no es un asunto sólo
institucional, sino de un cambio histórico-político, de transición verdadera a
la democracia.
El caso de la empresa Odebrecht es una pieza más en el
rompecabezas de la corrupción, en donde “no se mueve nada”, sostuvo Irma
Eréndira Sandoval Ballesteros, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS).
La coordinadora del Laboratorio de Documentación y Análisis
de la Corrupción y la Transparencia del IIS consideró que necesitamos cambiar
en términos estructurales, a una institucionalización de la transparencia, de
la probidad, a una nueva forma de operar, a un nuevo régimen, que tiene que ver
con documentar y señalar nombres.
En la conferencia de medios “Corrupción e impunidad. El caso
de la empresa Odebrecht”, recordó que el Departamento de Justica de EU reveló
que mandatarios y altos funcionarios de 12 países, entre ellos Alan García,
Lula da Silva, Alejandro Toledo y Felipe Calderón Hinojosa, recibieron 778
millones dólares en sobornos por parte de esa empresa brasileña a cambio de
contratos millonarios en el ramo energético, entre 2000 y 2016.
La dinámica de estos esquemas de corrupción, dijo, no son
nuevos. Los ingredientes son los de siempre: sobornos millonarios,
sobreprecios, evasión del fisco, paraísos fiscales, robo al erario público,
defraudación del Estado, contaminación de sistemas democráticos y corrupción de
partidos políticos.
Odebrecht es emblemático porque pocas veces se tiene la
oportunidad de ver con tanta claridad los entretelones del sistema de
corrupción estructural que tiene postrado a México, América Latina y, en
general, a las supuestas democracias del mundo entero, opinó.
El director general de esa empresa, que está encarcelado,
confeso por corrupción, aceptó haber sobornado a funcionarios mexicanos por 11
millones de dólares durante los gobiernos de Vicente Fox (al final del
sexenio), Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Una vez que estalló el escándalo de proporciones
gigantescas, relató la universitaria, la Secretaría de la Función Pública (SFP)
tuvo que reconocer en enero de 2016 la existencia de contratos favorecedores de
empresas vinculadas a la corrupción, destacadamente Odebrecht.
Durante el gobierno de Calderón, abundó, Pemex hizo un
convenio con una filial de la compañía brasileña, llamada Braskem, donde se
suministraron 60 mil barriles diarios de gas etano a precios preferenciales.
A pesar de la opacidad, en el curso de las investigaciones
se ha dado a conocer que Odebrecht obtuvo un contrato de siete mil millones de
pesos, y otro con la Comisión Federal de Electricidad por 639 millones de
pesos; también surgió la denuncia de un alto funcionario, Roberto Prisco, de la
gestión de una reunión entre Calderón y Lula da Silva, que se llevó a cabo el
23 de febrero de 2010, en Quintana Roo, donde después del encuentro privado se
anunció una inversión de dos mil 500 millones de dólares entre el grupo
mexicano IDESA y Braskem para la construcción de un complejo petroquímico en
Veracruz.
Calderón dio dos regalos adicionales: un préstamo desde
Nafin de 280 millones de dólares para esa construcción, y otro de Bancomext por
otros 120 millones de dólares.
Eso demuestra que estamos mal gobernados y que Odebrecht no
es un caso aislado, sino vinculado con otras corruptelas internacionales, como
el escándalo del Swiss Leaks, de mexicanos con cuentas para blanquear
capitales, entre ellos, Carlos Hank, Luis Téllez y Alfredo Elías Ayub.
En su oportunidad, Fabio Barbosa Cano, del Instituto de
Investigaciones Económicas, aclaró que cuando los brasileños trataron el
contrato, se negociaba el 40 por ciento de la producción mexicana de etano,
componente escaso y muy valioso. “De tal manera que ésta es una de las
privatizaciones más importantes que se han hecho en este país”.
Las negociaciones fueron secretas. Debido a la ausencia de
organismos de transparencia, no se conocieron los términos y condiciones que
estuvieron sobre la mesa, dijo el experto.
Así, el complejo Etileno XXI, ubicado en Coatzacoalcos, al
que están asociados Braskem, empresa con participación de las brasileñas
Petrobras y Odebrecht, y la mexicana IDESA, comenzó a operar en junio de 2016.
Las negociaciones comenzaron hace dos sexenios, desde el
gobierno de Fox, y continuaron con Calderón, reiteró. Al comenzar, el proyecto
era más amplio. Llevaba el nombre de Fénix y comprendía inversiones tanto en
Coatzacoalcos como en Altamira, y participaba Pemex. Las negociaciones en la
primera fase fracasaron, y en 2006 se abandonó y se reemplazó por Etileno XXI.
Así ocurrió debido a la negativa de otorgar precios
preferenciales en materias primas, etano, a los socios del complejo. En el
nuevo proyecto, los precios de venta que el gobierno mexicano otorga a
Odebrecht y a IDESA son secretos, y permanecerán así 25 años más. Ahora, Pemex
quedó reducido a la condición de simple proveedor de materia prima.
“A cambio de sobornos, los funcionarios están hipotecando o
probablemente renunciando a ingresos públicos que nos les pertenecen, y
complicaron la situación de la industria petrolera mexicana, en declinación en
todas las ramas”, finalizó Barbosa.