México, el país donde la indiferencia ha matado a los desaparecidos


Cualquier variación en el suelo puede ser un indicio para las personas que buscan a sus seres queridos, y con un trabajo artesanal y a veces rudimentario –con picos y palas en el mejor de los casos- han logrado descubrir miles de fosas clandestinas a lo largo de todo el país.



Tamaulipas y Coahuila al norte; San Luis Potosí y Guanajuato en el centros; Jalisco, Colima, Sinaloa y Guerrero en la costa del Pacífico y Veracruz en el lado opuesto, en el Golfo de México. De acuerdo a cifras del gobierno federal, en lo que va de la administración de Andrés Manuel López Obrador, se han encontrado 522 fosas con 671 cuerpos.

En los últimos 13 meses suman 4974 cuerpos en 3024 fosas. Pero de acuerdo a cifras de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación (Segob), actualmente existen 40000 personas desaparecidas, más de 1100 fosas clandestinas y 26000 cuerpos sin identificar en los servicios forenses.
Tal como lo dijo Alejandro Encinas, titular de esta Subsecretaría, "México es una enorme fosa clandestina" y vive una de sus peores crisis humanitarias, de justicia y de institucionalidad en su historia moderna.
En ese sentido, en una escala jerárquica, la crisis humanitaria es la más devastadora, con miles de familias rotas por no saber en dónde están sus seres queridos, que ahora se sabe la mayoría de ellas no tenían ningún vínculo directo con actividades criminales, como en su momento lo señaló la “mente maestra” –y de cuyo nombre no me quiero acordar- de la “guerra contra el narcotráfico”, que comenzó en el 2006 y desde hace 13 años la seguimos padeciendo y cada vez es más sangrienta.
Pero los funcionarios y las instituciones en México son expertas en discriminar y criminalizar a las víctimas. Para ellos siempre ha sido más fácil hacer invisibles las desapariciones que darles el seguimiento que por ley están obligado hacer. No tienen registros confiables, siempre terminan diciendo que seguro se fue con la novia o el novio y que no se preocupen, que regresarán pronto.
Falta de profesionalismo, de ética, de empatía y llenos de corrupción, las autoridades judiciales fueron y siguen siendo cómplices de esta crisis humanitaria. Han sido rapaces a la hora de atender a las familias de los desaparecidos y hasta los condenan porque seguro -su hijo, hermano, padre tío, amigo o conocido- “andaba en malos pasos”.
Esa es la estrategia y los protocolos de búsqueda que aplican las autoridades locales, estatales -y hasta el sexenio pasado- las federales. Y cuando se dignaban a tomar un caso, lo hacían suponiendo que la persona ya estaba muerta y entonces, ya no era prioritario seguir investigando.
Hemos pasado de “daños colaterales” a “verdades históricas”; de la desaparición de cientos de personas en Allende, Coahuila; a recolectar más de 100 kilos de restos óseos, ropa y dientes en las zonas de entierros en Tamaulipas; así como el descubrimiento en el predio Colinas de Santa Fe, Veracruz, de la fosa clandestina más grande de América Latina.
Pero cuando la desgracia nos acecha, el coraje que surge del dolor y la impotencia ha llevado a las madres y los familiares de los desaparecidos a encontrarse entre ellos, a conocerse, organizarse y realizar las búsquedas que las autoridades nunca quisieron hacer.
Tal como lo dice el colectivo El Día Después, “a lo largo del camino de la búsqueda de nuestros seres queridos encontramos que las desapariciones no son aisladas, que cada vez somos más colectivos, más familias, cada vez hay más fosas, más cuerpos sin identificar”.
Actualmente hay “más de 65 colectivos en más de 20 estados de la República Mexicana, formado principalmente por madres que han tenido que soportar intimidaciones, hostigamientos y extorsiones para emprender la búsqueda de sus seres queridos”, dice esta organización.
Pero parece que esto es solo el comienzo, el futuro pinta oscuro y muy doloroso todavía, ya que México sigue viviendo niveles de violencia que solo son perceptibles en países que están en guerra, los grupos criminales cada vez son más sangrientos y se expanden por todo el territorio nacional… Y lo peor de todo, es que la justicia en el país no existe y las autoridades matan con el olvido a los miles de desaparecidos.

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