José José, el personaje que creó una telenovela perfecta



Los restos de José José por fin están en México, en el Panteón Francés de la CDMX y aunque son solo parte de sus cenizas, para sus fans esto es suficiente para sentir que ha regresado a su tierra una de las voces más privilegiadas y únicas que ha tenido el escenario artístico nacional y tal vez, también a nivel internacional.


Lo despidieron como un ídolo y lo lloraron como si fuera parte de su familia. Y es que para muchos, fue el que les enseño a través de sus canciones lo que es el amor y el desamor; el sufrimiento y la alegría que ambivalentes siempre están presentes en una relación sentimental; pero sobre todo, permitió a los hombres en un ambiente de cerrazón y machismo (como fue la década de los setenta y ochenta en México, aunque todavía se mantiene en cierto nivel) aceptar que a veces se pierde, se llora y que las mujeres de alguna madera son capaces de actuar en su contra.
En la figura de José José se representan muchas características de lo que fue la sociedad mexicana en las épocas en donde el cantante, era la máxima figura del medio artístico. Llegó a ser el que congregaba a la clase dominante en sus espectáculos y por otro lado, el que conectaba con el pueblo, con la clase media que siempre sufre y con los desprotegidos.
Sin duda tenía todas las cualidades que se necesitan para ser un ídolo popular. Creció en una colonia clasemediera de la CDMX, provenía de una familia musicalmente talentosa pero sin fama; traía ese espíritu del barrio para luchar siempre (como lo canta en Seré), pero también los vicios y los excesos.
Su alcoholismo lo hizo vulnerable y en una medida mayor, fue el causante de que su carrera tuviera esos picos tan pronunciados de éxitos desmedidos y escándalos personales.  Pero fue precisamente esto lo que le dio ese carácter de ser humano como cualquiera, que sufría y que no podía contralor –como él mismo lo dijo hasta el cansancio- sus emociones; esas que todos tenemos y que como decían los anuncios antiguos, no respetan ni clase social ni edades ni sexo.
Borracheras maratónicas, lujos desmedidos, un amor incondicional por sus hijos –aunque al final todo cambió-, mujeres hermosas, drogas, dinero y un talento excepcional que solo pocos lo tienen. Con todo esto, José José fue la mejor representación del éxito y también, del fracaso como persona que no supo distinguir que tenía un problema emocional que lo hundía poco a poco; tal como le puede suceder a cualquier pobre mortal.
Además de todo esto, como le sucede a los grandes ídolos del pueblo, esos que son bien amados por todos y que nunca pierden su esencia de no saber qué hacer con el éxito, parece que a pesar de todo el dinero que ganó, ahora queda muy poco o por lo menos, no en las dimensiones que supone su carrera artística, que fue brillante unos 10 años y después vivió de los sobrantes que le iba dejando su voz, hasta que finalmente ya no tuvo voz pero aprovechó su desgracia para seguir apareciendo en los medios.
Es decir, fue de la abundancia desmedida en todos los sentidos, a la posibilidad de que en los últimos años de su vida, viviera con todo tipo de limitaciones, desde materiales, emocionales y físicas; lejos de su país y con un entorno cercano que como siempre le pasó, fue complicado y conflictivo.
Y más allá del homenaje oficial que le hicieron en Bellas Artes -con un montón de mariachis interpretando sus canciones y que eso no es nada novedoso-, el verdadero cariño de sus seguidores se mostró en esos actos espontáneos donde se ponían a cantar en lugares públicos y que de alguna manera, comprobaron el impacto que tuvo José José en algunas generaciones que crecieron con su voz y que de alguna manera, delineó lo que para muchos es el amor…

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