Las elecciones 2021 en México, las más grandes y caras de la historia

Cuando en México hay algún proceso electoral, el clima político se torna extraño. Surgen campañas intrascendentes o de guerra frontal; se refuerzan los mensajes de odio, los partidos políticos ocupan los espacios en los medios de comunicación con producciones vacías y que suponen son efectivas para convencer a los votantes; presentan a candidatos poco creíbles y prefabricados. Así cada vez que se convoca a las urnas, ya sea a nivel local o federal.

A pesar de la poca afinidad que existe entre los votantes y los partidos políticos, así como con la mayoría de los candidatos, el costo de las elecciones es cada vez más alto. Aumenta el financiamiento público a estos organismos y lo peor de todo, es que sus propuestas se tornan menos representativas de la voluntad popular.

Consideradas las elecciones más grandes de la historia del país, el próximo 6 de junio la sociedad mexicana podrá elegir a 500 diputados federales para renovar la Cámara de Diputados, además de diversos cargos estatales y municipales en los 32 estados del país; así como 15 gubernaturas. 

Gastos excesivos

Un proceso enorme que en medio de la pandemia de covid-19, se complica aún más en cuanto a la logística; además de que también pone en riesgo la asistencia de los votantes a las urnas. Pero si bien la economía del país sufre derivado de las medidas de confinamiento, no así las arcas de los partidos políticos, que en año electoral llenan sus bolsillos con financiamiento público.

De acuerdo a cifras del Instituto Nacional Electoral (INE), este año se destinarán poco más de 14 mil millones de pesos para los partidos, una cifra superior a cualquier otra registrada en procesos anteriores. En general, estas serán las elecciones más caras de la historia, con un costo de cerca de 38 mil millones de pesos (algunos aseguran que pueden ser hasta 41 mil millones).

Estas cifras hacen que este proceso electoral, sea el más caro de todo mundo. Así lo confirma el estudio “El Costo del Voto”, realizado por de la Facultad de Economía de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), en donde los investigadores platean un panorama realmente preocupante.

Así, “el sufragio en países como Rusia, Francia y Brasil tiene un costo entre 0.44 y 1.8 dólares, mientras en México es de 25 dólares, es decir, unos 500 pesos por sufrago a un tipo de cambio de 20 pesos por dólar”. 

Pero ni siquiera Estados Unidos derrocha tanto dinero como México en sus elecciones, ya que esta investigación hace este comparativo directo y asegura: “ni siquiera comparándonos con un país tan grande como Estados Unidos reducimos la brecha de costo, pues el país del norte tiene un costo promedio de 11 dólares, es decir, casi la mitad de lo que cuesta en México”. 

En conclusión: “las elecciones mexicanas son de las más caras del mundo".

Falta de identidad y de propuestas

Más allá de todo este dinero que en teoría debería de convertirse en votos y en un sistema democrático sólido, existe una pobreza ideológica y de identidad con los partidos.  Sus propuestas y sus candidatos se han ido diluyendo hasta terminar en alianzas con actores que pasaron de ser rivales a muerte a ser aliados electorales, solo con la finalidad de obtener puesto de poder.

Así, los proyectos de los que dicen representar a la “izquierda” con los de la “derecha” no se diferencian . Las fórmulas para gobernar son prácticamente las mismas; los objetivos de ambos se confunden bajo las promesas de “desarrollo” y “bienestar” y sus principales armas electorales, son las deficiencias y los errores del otro. No hay propuestas propias, novedosas o que en realidad representen al electorado.

Peor aún, utilizan a personajes públicos famosos en otros ámbitos (deportes, televisión, música, espectáculos) para ponerlos en sus listas de candidatos, generando mayor desconfianza entre la sociedad, ya que su fama no garantiza para nada un buen gobierno; es más, pareciera que es la premonición de una mal gobierno.

La élite del poder político

Hay muchísimo dinero impulsando la “diversidad”, pero se puede entrever que el camino está cerrado para los candidatos independientes. Los partidos reciclan a sus líderes ancestrales, esos que pasan de la Cámara de Diputados a la de Senadores; luego compiten por una gubernatura; son presidentes de su partido y comienzan de nuevo el recorrido en la elite del sistema político, que lo tienen por demás muy bien conocido.

El sistema económico neoliberal ha creado una desigualdad enorme, la brecha entre los ricos y todos los demás es insalvable y mortífera. Pero las democracias electorales liberales han recreado esto, al producir una élite política que se ha alejado completamente de los ciudadanos. Los pobres mortales eligen “libremente” a aquellos que pertenecen a este grupo privilegiado. El resultado final: falta de representatividad social a la hora de gobernar.

En México podrán seguir gastando miles de millones de pesos para los procesos electorales, pero en el fondo solo es una muestra de que el sistema político funciona de manera perfecta para legitimar vía las urnas, a aquellos que han estado ahí por décadas y que utilizan el voto popular para eternizar sus privilegios, pero sin la responsabilidad de rendir cuentas a todos aquellos que votaron por ellos. ¿En qué hemos fallado y que debemos hacer los ciudadanos para cambiar esto, para garantizar una verdadera democracia…?


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