“Quién es quién en las mentiras”, la polémica de AMLO contra los medios


La infodemia la sufrimos todos. La desinformación se ha convertido en la joya de la corona en las redes sociales. Su impacto mediático hace que se viva una polarización política y social, que termina por ensordecer hasta las mentes más brillantes. 

Sin embargo, la libertad de prensa y de expresión, son un derecho que las democracias liberales han garantizado como una manera de equilibrar el juego en donde los medios de comunicación, pueden ofrecer varias interpretaciones de una misma realidad, bajo ciertas reglas éticas que responden también a diversos intereses.

Pero cuando es el propio presidente de un país el que se encarga de señalar a los que “mienten”, de exhibirlos de manera pública y de atentar contra esa libertad de expresión -porque los asume como los enemigos de su gobierno-, entonces las cosas toman un tinte peligroso.

“Quién es quién en las mentiras” es una nueva sección que inauguró el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante su conferencia de prensa “mañanera”, en donde desde su perspectiva, busca exhibir la “información falsa” para ayudar a que “tengamos cada vez más una ciudadanía muy consciente, no susceptible de manipulación y que prevalezca siempre la verdad, que es la que nos hace libres”, señaló el propio mandatario.

Exige periodismo ético

“Nada de mentiras, que haya en el periodismo ética, que el periodismo, que el noble oficio del periodismo sea un imperativo ético”, dijo AMLO en Palacio Nacional, porque aseguró que a la gente se le “debe respeto” y “no se puede mentir impunemente”.

La encargada de esta sección es Ana Elizabeth García Vilchis, quien según su currículum estudió Antropología Social de la Benemérita Universidad  Autónoma de Puebla (BUAP), es coordinadora de contenidos digitales del periódico La Jornada de Oriente y actualmente diputada suplente en el Congreso de Puebla.

Cuando AMLO la presentó, dijo que “no todos tienen el valor civil para denunciar con argumentos, con hechos, porque no se trata de calumniar a nadie”, pero lo cierto es que no existieron ni hechos ni pruebas que demostraran que efectivamente mienten los medios aludidos en esa primera presentación.

Una presentación pobre

García Vilchis señaló que el criterio para seleccionar las notas o artículos, tiene que ver con la rapidez con “se movieron a través de las redes sociales y mensajería instantánea, y las más graves en cuanto a su contenido falso o engañoso”.

Después con nombres muy extraños como “espionaje”, “nado sincronizado” o “mención honorífica”, describió de manera superficial el contenido de esas publicaciones; también señaló algunos nombres particulares de autores o medios y nada más, no hubo pruebas de descargo, no presentaron datos que contrastaran lo escrito o por lo menos una referencia de por qué según el gobierno federal, mienten esas publicaciones.

Solo fueron juicios de valor en donde aseguraban que esos medios y periodistas fueron beneficiados por regímenes anteriores, o que sirven a intereses contrarios al gobierno de AMLO. 

Cae muy mal en la sociedad

Además durante su presentación, Ana Elizabeth García Vilchis señaló que “este tipo de manifestaciones laceran la libertad de expresión, atenta contra la democracia, pero sobre todo, obstaculiza que el pueblo decida, pues la consecuencia de las noticias falsas es que unos cuantos tengan el poder de determinar qué está bien hecho y qué no”. Y agregó: “como si se tuviese la intención de infantilizar a la ciudadanía utilizando prejuicios y armas tan dolorosas como el clasismo y el racismo”.

Pero el clasismo y el racismo son justo los mensajes que se ha encargado de difundir el propio AMLO, cuando clasifica a los medios y a ciertos sectores de la sociedad en “conservadores” o “liberales”. También cuando ha tachado de “aspiracionistas” a personas de la clase media que intenta destacar con medios lícitos y a través de la cultura del esfuerzo. 

Todo parece indicar que este “Quién es quién en las mentiras”, ha sido un exceso que ha caído muy mal en el sector periodístico en general. Voces como Carmen Aristegui, una respetada periodista que sufrió en carne propia el embate de los gobiernos anteriores, ha calificado a esta sección como un verdadero “despropósito”. 

“Me parece un absoluto despropósito que se erija la Presidencia de México en la postora de la verdad”, dijo la comunicadora.

Y tiene razón, ya que sin quererlo, pareciera que el gobierno de AMLO asume que la sociedad es tan vulnerable, ignorante y manipulable, que necesita a un ente superior que los proteja ante tanta “mentira” y para eso están ellos, ya que nosotros mismos no lo podemos hacer.

Percepción equivocada

Este juego puede ser muy perjudicial para AMLO, ya que es precisamente la clase media la que más descontenta o inconforme está con su manera de hacer las cosas. Molesta a muchos sectores que el presidente intente gobernar solamente con esos aires de autoridad moral y haciendo referencias al pasado que ya no ilusionan ni enamoran.

Es precisamente esa clase media la que lo llevó al poder y no los más pobres. Es ese mismo sector con cierto nivel económico y cultural que para bien o para mal, pueden ejercer su derecho a la libertad de informarse donde ellos consideren prudente, sin que nadie les esté diciendo que está bien o mal. 

La gran derrota electoral de Morena -el partido oficial- el pasado 6 de junio fue precisamente en la Ciudad de México, la capital del país. Una entidad con una clase media consolidada e inconforme con los arrebatos personales de AMLO.

Es cierto que la influencia mediática es clave para formar una percepción colectiva, que la desinformación es uno de los peores males que vivimos actualmente, pero jugar a ser el juez censor de la información va más allá de lo políticamente sano, ya que vulnera los derechos de los periodistas y peor aún, da pie a que sus detractores acusen a AMLO de ser un presidente con tintes de dictador. 

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