#25N y la violencia de género: El día en que las mujeres dicen ¡Ya basta!


En prácticamente todo el mundo, millones de mujeres salen a las calles todos los 25 de noviembre para denunciar, exigir, visibilizar, sensibilizar y algunas para sobrevivir, de la violencia y los abusos de las que son víctimas tanto en la escena privada como en la pública.

Esta fecha se ha denominado como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, algo que ha permitido a las organizaciones defensoras de derechos humanos, los grupos feministas y a toda la sociedad, aprovechar este marco para recordarnos que algo que parece normal, no lo es.

De acuerdo a un informe de ONU Mujeres, que registra datos de 13 países de todo el mundo, afirma que desde que comenzó la pandemia, “2 de cada 3 mujeres padecieron alguna forma de violencia o conocían a alguna mujer que la sufría”.

La situación para estas mujeres es una espiral creciente de abandono y soledad y como resultado obvio,  se sienten incapaces de denunciar o buscar algún tipo de apoyo. Dice este informe que “solo 1 de cada 10 dijo que recurriría a la policía en busca de ayuda”. 

Definición de violencia de género

A pesar de estas cifras contundentes, aún es probable que la violencia de género siga siendo un concepto complicado de entender para algunas mujeres y también para los hombres.

No se trata solo de golpes, insultos o “juegos” donde se impone el hombres sobre la mujer. De acuerdo a la Asamblea General de la ONU, la violencia de género se define como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.

Las consecuencias son terribles para las mujeres. “Los efectos psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectan a las mujeres en toda etapa de sus vidas”, explica este organismo. 

Aumentan los feminicidios en América Latina

Dadas las circunstancias actuales, donde la pandemia de Covid-19 ha generado dinámicas sociales confusas y extremas, la violencia contras las mujeres también ha escalado sus formas y esto pone en riesgo la vida de estas personas y sus hijos.

Según cifras del Observatorio de Género de la Cepal, en 2020 se registraron 4091 feminicidios en América Latina, por lo que este organismo ha definido a esta situación como la "pandemia en la sombra".

Así, “en América Latina, las tasas más elevadas de feminicidio se registran en Honduras (4,7 por cada 100.000 mujeres), República Dominicana (2,4 por cada 100.000 mujeres) y El Salvador (2,1 por cada 100.000 mujeres)”, según recopiló este informe.

También destaca que las tasas más altas de feminicidios se dan “con mayor intensidad durante las edades reproductivas” de las mujeres, por lo que en “18 de los 26 países que informan a la CEPAL, el número más alto de casos de feminicidio en 2020 correspondió al tramo de edad de entre 30 y 44 años (344 mujeres)”.

Otros datos reflejan la gravedad de este delito, como el que reporta la organización humanitaria Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) de Guatemala, quien afirma que casi 10.000 mujeres han sido asesinadas en ese país centroamericano desde 2008.

O en México, donde en lo que va del año se han reportado 840 feminicidios y un aumento de más de 28 % en el delito de violación. Además, según ONU Mujeres, “7 de cada 10 (66.85) mujeres han sufrido al menos un incidente de violencia (emocional, económica, física o sexual) en algún momento de su vida”. 

Poco acceso a la justicia, pobreza y soledad

Pero más allá de estas cifras, día con días millones de mujeres sufren en silencio teniendo que aguantar la violencia de género de manera casi obligada, sin posibilidades de acceder a la justicia o a grupos de apoyo que las guíen legal y psicológicamente para enfrentar a su abusador.

Esto a pesar de que cada vez son más evidentes los esfuerzos de las organizaciones sociales, las instituciones e incluso los propios gobiernos, para crear estrategias que combatan la violencia de género y evitar los feminicidios.

Sin embargo, los prejuicios sociales siguen teniendo un peso específico determinante para que los roles establecidos entre los hombres y las mujeres perduren; que las prácticas tradicionales sigan permeando en la educación familiar y en donde se prioriza que la razón la tiene el “más fuerte” y no necesariamente el más inteligente.

Así, el #25N no es solo de marchas, plantones y manifestaciones, es un recordatorio que se debe buscar la manera de frenar la violencia de género y los feminicidios, no solo con leyes o la intervención de los gobiernos, sino desde el entorno familiar, generando formas de convivencia donde la igualdad sea el primer paso hacia la libertad y el respeto de los demás.

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