Los 43 de Ayotzinapa, un caso que todavía nadie puede resolver
La desaparición de los 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, ocurrida durante la noche del del 26 de septiembre y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, es un caso que se intenta resolver, pero sigue lleno de interrogantes.
Después de casi ocho años, el pasado 18 de agosto de 2022, la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia (CVAJ), un órgano que mandó crear el presidente Andrés Manuel López Obrador para indagar sobre este caso, declaró que la desaparición de los estudiantes fue un crimen de estado.
Entre las principales conclusiones de las investigaciones, confirman que “autoridades federales y estatales del más alto nivel fueron omisas y negligentes, existiendo elementos de presunción respecto de alterar hechos y circunstancias para establecer una conclusión ajena a la verdad de los hechos”.
También que “en todo momento las autoridades federales, estatales y municipales tuvieron conocimiento de la movilización de los estudiantes desde su salida de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” hasta su desaparición, y sus acciones, omisiones y participación permitieron la desaparición y ejecución de los estudiantes, así como del homicidio de otras seis personas”.
Unas horas después de que se hizo público este informe, detuvieron al exfiscal Jesús Murillo Karam, que fue el encargado en su momento de las investigaciones del caso, pero sobre todo, de ser el portavoz de algo que él mismo llamó la “verdad histórica”.
Esta “verdad histórica” decía en términos generales, que los 43 alumnos desaparecidos habían sido secuestrados por un grupo criminal, que habían sido llevados al basurero de Cocula y que habían sido quemados. Fin de la historia.
Esta versión la intentaron maquillar deteniendo y torturando a gente relacionada al crimen organizado, donde aceptaban que ellos habían hecho eso que decía la Fiscalía (en ese momento era la Procuraduría General de la República, PGR).
La detención de Murillo Karam es un hecho importante, no solo con un golpe mediático y con repercusiones políticas, ya que es un político de la vieja escuela priísta que esconde muchas cosas oscuras, sino para qué explique que intentaron hacer creando la fallida “verdad histórica”.
Hay cosas que todavía no se alcanzan a entender, como por ejemplo, por qué protegieron a los militares que participaron en el secuestro de los estudiantes esa noche en Iguala. ¿Quién dio la orden de que participaran algunos y que fueran omisos otros, en ese evento tan atroz?
Si era un caso con origen local, como lo quisieron explicar cuando dijeron que un grupo de narcos confundió a los estudiantes con sus rivales y por eso los desaparecieron, ¿por qué crear toda una trama ficticia e involucrar a muchos personajes políticos de alto perfil para sostenerla?
¿O será que la desaparición de los 43 alumnos de Ayotzinapa tiene mucho más de fondo del que nos podemos imaginar? Lo único realmente cierto, es que a partir de la noche del 26 de septiembre de 2014, el gobierno de Enrique Peña Nieto cayó en un descredito total y la popularidad del presidente se desplomó.
Lo más triste es que en la versión ficticia de la “verdad histórica”, se inventó que los estudiantes habían sido quemados en un basurero, pero en realidad este no fue su fin.
Ahora, las nuevas investigaciones de la CVAJ señalan que “no hay indicio alguno de que los estudiantes se encuentren con vida. Por el contrario, todos los testimonios y evidencias acreditan que fueron arteramente ultimados y desaparecidos”. ¿Pero en dónde pudieron terminar sus cuerpos?
Todavía nadie lo sabe, pero esta comisión afirma que “es necesario continuar la búsqueda en la ribera del río Balsas y en la laguna del nuevo río Balsas; en Atzcala, municipio de Eduardo Neri; en la Barranca de Tonalapa, municipio de Tepecoacuilco; en Brecha de Lobos y en el paraje Suriana, en Iguala, así como en las inmediaciones de Tepeguaje”.
Es decir, sus familiares y la sociedad en general, seguimos con la incógnita de qué pasó esa noche donde 43 alumnos desaparecieron de la faz de la tierra sin dejar rastro alguno.