El capo más famoso del mundo

No, no se trata de Pablo Escobar. Se trata de un personaje que de niño vendió naranjas y a sus 57 años de edad,  es considerado como uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo. Esos son los extremos por donde se mueve la vida de Joaquín “El Chapo” Guzmán, detenido el sábado 22 de febrero en Mazatlán Sinaloa.

Larga es la historia del “Chapo” Guzmán y muy conocida debido a que se volvió muy popular en 2001 luego de fugarse del Penal de Alta Seguridad de Puente Grande, Jalisco. Tras 13 años de estos hechos y ser considerado como el máximo ícono del narcotráfico en México, las autoridades de México y Estados Unidos soñaban con un día atraparlo, cosa que hasta el 22 de febrero de 2014 parecía cosa imposible.

Como sucede con  las vidas de esos personajes, su nombre era muy popular, se convirtió en un hombre lleno de mitos que estaba en todos lados (pero que nadie veía), era acusado de ser un criminal despiadado y al mismo tiempo protector de las comunidades donde se resguardaba o que trabajan para su organización.

Era considerado como uno de los hombres más ricos del mundo según la revista Forbes y al mismo tiempo se hablaba de que su invisibilidad se debía tanto a las redes de corrupción que tejió con organismo de seguridad federal, como al bajo perfil que manejaba para no ser identificado como el hombre más poderoso del narcotráfico.

Su detención es un duro golpe al cártel de Sinaloa y en esa misma medida un éxito para el gobierno federal y la DEA. Pero hay algunas cuestiones que empiezan a levantar dudas acerca de las condiciones en que fue localizado y detenido.

Sin tratar de quitar méritos a esta operación  o ser creador de teorías conspiracionistas, hay evidencia de inteligencia por parte de la DEA -que ya empieza a fluir-, que podrían apuntar hacia algunas contradicciones en cómo se fueron dando los hechos.

Se habla de que “El Chapo” bajó sus niveles de seguridad personal debido a que él y Caro Quintero aportaron sumas millonarias a la campaña de Peña Nieto, cosa que por obvias razones les debería de garantizar años de seguridad y libertad para seguir operando. Es decir, hubo una traición por parte de las autoridades federales.

Por otra parte, se empieza a sospechar de una entrega planificada y negociada por parte del capo y no de una detención. Todo esto lo afirma Phil Jordan, ex director de inteligencia de la DEA.

De igual forma señala que esto tendría su lógica ya que desde hace meses ellos (la DEA) tienen información acerca de que en las altas esferas del cártel de Sinaloa ya estaban preparando el camino para la sucesión en el mando, y que no sería el “Mayo” Zambada como todos aseguran sino Dámaso López “Junior”, apodado el “Mini Lic” e hijo de Dámaso López Núñez, uno de los hombres fuertes del “Chapo” Guzmán y uno de los principales operadores para la fuga de Puente Grande.

(Y un comentario al margen. En las fotos difundidas de su detención hay al menos tres momentos diferentes: cuando lo aseguran y sale de rodillas con el torso descubierto, luego la foto de la PGR donde sale despeinado y con una playera negra; y finalmente cuando los trasladan hacia el penal del Altiplano, con un pantalón de mezclilla y camisa gris muy bien planchada. ¿Cuántas veces le permitieron cambiarse de ropa?)

Lo que sí se sabe con certeza, por lo que ha difundido el gobierno federal a través de la PGR, es que el “Chapo” tenía toda una red de escondites y pasadizos secretos subterráneos por donde escapaba cuando estaban cerca de él. Historias como de película hollywodense.

No hay duda que esta detención ha sido –mediáticamente hablando- todo un espectáculo mundial. La prensa internacional habla de esto y el mundo entero ya sabe que el “Chapo” está detenido. Pero ¿qué representa esto para el mundo del narcotráfico? ¿Qué repercusiones tendrá esto en las estructuras criminales y cómo impactará en el aumento o disminución de la violencia en México?

Políticamente hablando, la administración del sexenio pasado inició una guerra en contra del crimen organizado que originó una espiral de violencia indescriptible en México, cosa que no se ha terminado aún. “Descabezaron” a varias organizaciones criminales pero su gran fracaso fue el “Chapo” Guzmán. No pudieron o no quisieron atraparlo y esto fue la causa de que el pastel se le pudrió en las manos a Calderón sin poder ponerle la cereza que tanto ansiaba.

Ahora el gobierno de Peña Nieto lo logra, pero esto no significa que la violencia vaya a disminuir o que con su captura toda vuelva a la normalidad. Se ha comprobado que en la medida en que las nuevas generaciones asumen el poder de las organizaciones criminales, más aumentan los hechos violentos. Los líderes son más despiadados y sangrientos.

El cártel de Sinaloa no va a desparecer ni va a dejar de ser uno de los más poderosos de México y todo el continente americano, pero lo que sí es probable que pase, es que los otros cárteles traten de aprovechar la detención del “Chapo” para pelearles sus territorios, cosa que seguramente generara más violencia.

Es difícil responder a la siguiente pregunta, pero ¿qué sería más recomendable: dos o tres grandes cárteles bien organizado, con reglas claras de operación, divisiones de territorios definidos y respetados o cientos de células sin control que van surgiendo luego de las detenciones de los grandes capos?

Al “Chapo” Guzmán lo acusaron los grupos rivales de ser el culpable de la lucha cruel y despiadada que se ha dado en México en los últimos años, gracias a una supuesta traición donde rompió los acuerdos que había entre los capos de México.

De cualquier forma se abrió la caja de Pandora de los demonios de la violencia pero ni con la detención del capo más buscado del mundo vamos a tener un México menos violento y ensangrentado.




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