Salvando a México, el polémico tema de la revista Time

No solamente era el destinado para que el PRI regresara a Los Pinos, ahora es el elegido para salvar a México. “Saving Mexco” es la frase de portada de la revista Time con la imagen de Enrique Peña Nieto y que ha causado polémica y hasta disgusto en muchos sectores de la sociedad. 

Más allá de ser un reportaje que busca dar la idea de que México empieza a cambiar gracias a las habilidades, encantos y trabajo político de Peña Nieto y su equipo, pero que al mismo tiempo se enfrenta a problemas endémicos como la corrupción y la violencia y que tampoco tiene asegurado el éxito de su gestión, el título de portada pone de manifiesto la visión de “desarrollo” que se tiene en la actualidad. 

Bajo la lógica neoliberal y macro económica de que las “reglas del juego han cambiado”, el nuevo paquete de reformas estructurales recientemente aprobadas en México ponen al país en la antesala del verdadero desarrollo, esto según las calificadoras en temas económicos consultados por Michael Crowley, autor del texto. 

Es muy interesante la visión que se tiene en los Estados Unidos con respecto a México. Por un lado, el gobierno estadounidense nos tiene catalogados como una “bomba de tiempo” por las cuestiones de inseguridad e incluso habían señalado posibles vínculos de algunasorganizaciones criminales con grupos terroristas como Al Qaeda y por el otro, otras voces aseguran que la economía mexicana está a punto de ser catalogada en el mismo de rango de Brasil y Chile; es decir en la elite del desarrollo. 

Una vez aprobada la reforma energética y de telecomunicaciones –principalmente-, México va a convertirse en una gran atracción para los inversionistas trasnacionales, cosa que han venido esperando desde hace por lo menos seis años y que por el mal manejo político, la necedad y los auto-elogios de los presidentes panistas, esto no se había concretado. 

Y reportajes como el publicado en la de la revista Time, reafirman esta visión de que por fin México dejó el letargo y gracias a la aprobación de las reformas –otra vez el mismo punto-, estamos listos para dar ese gran salto económico hacia latitudes insospechadas. 

Aún no se han aprobado las reformas secundarias y los expertos, analistas y posibles inversionistas ya están haciendo cálculos de lo que podría pasar. Pero esto abre de nueva cuenta el debate acerca de lo diametralmente opuesto en que se encuentran los temas económicos de los sociales. 

A pesar de que Brasil y Chile efectivamente tuvieron un repunte económico muy importante y se convirtieron en los gigantes de Sudamérica –principalmente Brasil-, no por esto cambiaron las condiciones ni se solucionaron los problemas sociales, de desigualdad y de pobreza. 

Y es un poco a lo que se acerca México con el tema de las reformas. Habrá más inversiones multimillonarias, se hablaran de cifras estratosféricas de ganancias, las empresas trasnacionales declararán que ha sido uno de los negocios más redituables haber invertido en suelo mexicano y las calificadoras económicas pondrán a nuestro país como un sitio seguro para negocios futuros. 

Pero más allá de que “la luz y el gas van a costar menos”-según la propaganda oficial de las reformas-, seguramente nadie –ni el gobierno ni los inversionistas ni los analistas- están pensando en que estos grandes negocios van a mejorar la calidad de vida de los millones de pobres con los que cuenta México. 

Es decir, el tema económico no está orientado necesariamente a resolver los problemas sociales del país. No es tema prioritario terminar con la pobreza, el hambre o cerrar la brecha de desigualdad social; esto se da por hecho creyendo que todo se va resolver en automático con los beneficios que van a producir las reformas estructurales. 

Los discursos se orientan a señalar que los grandes dividendos en el ramo económico podrán propiciar la creación de más empleos, mayor competencia y menores costos en los servicios; creyendo erróneamente que todos los mexicanos cuentan con internet, televisión por cable, sus hijos van a escuelas particulares y todos tiene por lo menos un carro. 

Pero el mundo funciona así. Vivimos en la ilusión aspiracional de obtener los mayores beneficios materiales lo más pronto posible. El gran éxito de países como Brasil y China ha sido fortalecer y engrosar la clase media consumidora que a la larga es el gran mercado cautivo que necesita el sistema económico actual para seguir funcionando, pero no por esto han reducido los niveles de pobreza en sus poblaciones. 

Salvando a México se ha convertido en el pretexto para materializar el humor crítico e irreverente de los mexicanos con los “memes” que han circulado en las redes sociales. Ha sido el motivo de críticas y disgustos en los opositores políticos de Peña Nieto y ha sido la confirmación de que desde ahora, el presiente tendrá el honor de ser considerado como el “gran reformador de México”. 

Pero las entrañas de México difícilmente van a cambiar. Los pobres seguirán siendo pobres, la clase media seguirá igual de endeudada con la ilusión de algún día pertenecer a la clase dominante; los políticos seguirán cuidando su nicho de poder bajo corruptelas y engaños y los ricos de toda la vida serán los verdaderos beneficiados de todas estas reformas. 

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