La posverdad y la divulgación de información falsa a través de redes sociales
La posverdad y la divulgación de información falsa a través de redes sociales |
(UNAM) México requiere una mayor atención, cuidado y aplicación del
compromiso ético y profesional de los medios de comunicación, verificar la
información y no dejarse llevar por las tendencias manipuladas en las redes
digitales, consideraron Raúl Trejo Delarbre y Felipe López Veneroni.
Al participar en la mesa redonda “La era Trump y el desafío
de los medios: entre la posverdad y las noticias falsas”, organizada por la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, resaltaron la
necesidad de exigir a los medios un trabajo profesional, además de ser
cautelosos con la información que difunden.
La posverdad se define como un emborronamiento de la
frontera entre la verdad y la mentira, y crea una tercera categoría distinta a
las dos anteriores, en la que un hecho, ficticio o no, es aceptado simplemente
por encajar con nuestros esquemas mentales.
López Veneroni, académico de la FCPyS, acotó que la
posverdad es un discurso capaz de presentar una verdad alterna, que no existe,
y al mismo tiempo niega o cuestiona aquello que se sustenta en evidencias.
En México aprendimos a vivir con este fenómeno: bastaba con
que un presidente dijera que no habría devaluación para que la población
entendiera que al día siguiente eso sucedería, comentó.
Una de las condiciones para el desarrollo de la posverdad es
la desconfianza o falta de legitimidad de los medios de información, y por
tradición la sociedad mexicana ha sido recelosa al respecto, incluso en la
actualidad, a pesar de los recientes cambios en el sistema político.
En la sociedad estadounidense esa desconfianza es un hecho
novedoso, “asociado a un fenómeno de hartazgo por parte de grupos que en las
últimas décadas se han sentido marginados en su propio país y que resienten las
trasformaciones aparejadas con la presencia de migrantes, globalización
económica y la gradual pérdida de sus formas tradicionales de vida”.
Al respecto, Raúl Trejo, académico del Instituto de
Investigaciones Sociales (IIS) y de la FCPyS, apuntó que la posverdad no es el
uso de falsedades para afianzar a un político o engañar a la gente –esto
siempre ha existido–, sino la propagación de falsedades a partir de lazos de
confianza que se producen en las redes digitales.
Las redes sociodigitales replican contenidos que circulan en
otros ámbitos que no son de nuestra confianza. En estos canales “acostumbramos
a enterarnos sólo de aquello que difunde la gente con la que tenemos contacto
en línea o con la que estamos de acuerdo. Con frecuencia nos encerramos en
burbujas en donde únicamente tenemos una versión de los acontecimientos”.
Entonces, abundó Trejo Delarbre, “si la apreciación que
tenemos de la política en México surge de nuestra afinidad sociodigital, esa
será nuestra visión del mundo, lo que nos impide contar con un enfoque crítico
y nos hace más susceptibles a creer que las mentiras son verdades”.
La posverdad “se nutre de conjeturas, falsedades y creencias
que se superponen con tanta frecuencia, que se origina la necesidad de un
esfuerzo lógico y racional, adicional a la contemplación de la noticia para
desmontarlas, explicarlas o desmitificarlas”.
En su oportunidad, Ricardo Raphael de la Madrid, director
del Centro Cultural Universitario Tlatelolco, señaló que las burbujas de
información creadas por las redes sociales, donde lo que una persona diga es
más importante que los hechos concretos, nos ponen en una situación similar a
la Edad Media.
Vivimos un periodo en el que se han roto las reglas de
comunicación verticales y la “verdad” ya no está en una mesa de redacción, sino
en Facebook o Twitter.
“Se vuelve preocupante vivir en democracia sin evidencia,
sin la posibilidad del ensayo-error, a partir de contrastar o verificar. De ahí
que me atreva a decir que la posverdad atenta el fundamento básico de la
democracia, nos regresa a momentos de la historia humana como la Santa
Inquisición, o mecanismos propios de la Edad Media”, enfatizó.
Reflexionó que hace unas décadas pocos eran los que tenían
acceso a Internet, mientras que ahora un teléfono celular contiene cinco veces
más información que la Biblioteca de Alejandría, y cada segundo YouTube añade 50
veces más información.
El universitario concluyó que hoy en día es necesario
reaprender en un proceso de alfabetización digital para regresar a la
comprobación de la información.