¿Qué pasa con el sistema de salud? Las decisiones polémicas de AMLO
Las políticas públicas necesitan un tiempo razonable para que maduren y se vean los resultados, o en caso contrario para demostrar su fracaso. Estamos en esa etapa en donde el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha generado cambios, de los cuales no podemos saber los resultados finales, pero comenzamos a ver algunos efectos que han generado precisamente sus nuevos proyectos.
Uno que se ha convertido muy mediático en todo lo que llevamos de este año, es su política sobre el sistema de salud; la desaparición del Seguro Popular y la implementación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi).
Esto ha generado muchas reacciones políticas debido a que algunos gobiernos estatales no quieren adherirse a este nuevo modelo, también porque la gente se queja de que ahora les cobran por los servicios médicos cuando antes eran gratuitos y sobre todo, por la constante falta de medicamentos relacionados con los tratamientos de cáncer y en general de sustancias básicas que al parecer, antes no faltaban.
De acuerdo al gobierno federal, con el Insabi “el Estado Mexicano garantizará la atención médica de calidad para toda la población sin seguridad social”, pero los efectos inmediatos –que no son los resultados finales- han creado la percepción social de que el sistema de salud está en medio de una grave crisis de recursos por la falta de presupuestos asignados a este sector.
Y no es solo la falta de medicamentos para los niños con cáncer, o la falta de recursos para FUCAM y su función social con las mujeres con este mismo padecimiento, también está la reducción de cirugías en los hospitales e institutos especializados y la postergación de la atención de pacientes derivado de una reducción considerable de recursos.
Hasta ante de esta administración y en los “gobierno neoliberales del pasado”, una de las principales preocupaciones y reclamos de ciertos sectores de la sociedad, era la supuesta intención de privatizar el sistema de salud. Es decir, que la seguridad social iba a dar paso a un modelo parecido al de los EEUU, en donde todas personas necesitan un seguro médico para ser atendidos.
Paradójicamente esto no sucedió y de manera medianamente eficaz, los hospitales del sector salud siguieron funcionando como siempre, con sus claros oscuros en la calidad de sus servicios que siempre los han destacado.
Además de todo, el Seguro Popular tuvo un impacto positivo para los que no tienen acceso al sistema de salud oficial (IMSS o ISSSTE), ofreciéndoles una opción real de atención médica de calidad y en la mayoría de los casos de manera gratuita.
Lo que sucede ahora es extraño y preocupante. Los que tenían acceso a estos servicios de manera gratuita se quejan de que ahora tienen que pagar, además de que la falta de medicamentos ha creado también un ambiente de tensión social pocas veces vista. Incluso son los propios profesionales que trabajan en estos institutos los que comentan que hacen faltan muchas más cosas que antes.
Los argumentos del gobierno federal pueden ser muchos y tal vez validos –desde el combate a la corrupción en las licitaciones hasta la escases a nivel mundial de medicinas para el cáncer-, pero lo cierto es que el resultado ha sido negativo con respecto a lo que la sociedad espera.
Pero sobre todo, pareciera que ahora el acceso a las atenciones médicas adecuadas se ha privatizado de alguna manera. Solo pueden conseguir los medicamentos quienes tienen posibilidades económicas de hacerlo; aquellos que no están a expensas del gobierno y que cueste lo cueste, incluso lo pueden conseguir en otros países. Mientras tanto, el grueso de la sociedad sufre del desabasto de las medicinas o de la postergación de sus cirugías o de la atención médica en los hospitales públicos.
El rezago que se está creando con esta situación puede ser peligrosa e irreversible en un mediano plazo si las cosas continúan así, poniendo en riesgo la viabilidad del Insabi y sus buenas intenciones políticas y sociales.
Urge que se normalice el sistema de salud y que brinde atención al mayor número posible de personas que lo necesiten, ya que de otra manera el privilegio de poder ser atendido queda nuevamente para los que más recursos económicos tienen y lo pueden hacer en hospitales públicos, entonces habrá que plantearse la pregunta: ¿no qué eran primero los pobres?