El príncipe eterno de la basura

Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torres ha vivido siempre en la basura. Hijo de Rafael Gutiérrez, el “Rey de la basura” en el DF, siempre ha sido una figura asociada a la sombra del poder y el dinero de su padre. A pesar de que ha intentado hacer crecer su propia carrera política, sus éxitos han sido pocos y muchos los fracasos.



Se le acusa de violento, de obtener el poder con prácticas porriles, de mantener el control siempre con acciones caciquiles; de mandar a su gente a amenazar, golpear y herir a sus contrincantes; y ahora, de manejar una red de prostitución y trata de personas.

El hotel PRI

Lo increible es que esta red se llamó PRI-DF y las tarjetas de  publicidad donde anunciaba los servicios de “sus niñas” tenían el logo tricolor.
Todos en el PRI lo sabían. Los dirigentes nacionales lo sabían. Los diputados y senadores lo sabían. César Camacho Quiroz seguramente los sabía, porque el grupo “Mujeres por México” repartió volantes denunciando esta red de trata de personas en la XXI Asamblea de ese partido y ahí estuvo presente su dirigente nacional.

La pregunta que surge es ¿por qué hasta ahora? Los medios de comunicación han documentado este caso desde hace más de 10 años. Nuca tuvieron eco. Pero algo pasó el día que se denunció con Carmen Aristegui de nueva cuenta el tema, la dirigencia del PRI nacional decidió quitarlo de su cargo como líder de este partido en el DF y prácticamente lo mando al matadero mediático solo.

Ahora falta esperar si la PGJ del DF y la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) de la PGR logran fincarle algún cargo en su contra y también a sus ayudantes-socios Israel Betanzos Cortés, secretario de Operación Política y del Movimiento Territorial del PRI; al Diputado Armando Tonatiuh González Case y a Cristian Vargas Sánchez, quien es el actual presidente del Comité Directivo del PRI en la Delegación Gustavo A. Madero.

Líder juvenil 

Cuando Cuauhtémoc Gutiérrez buscaba ser el líder de los jóvenes priístas, allá por los principios de los 90, un maestro de derecho nos invitó a participar en este proceso como representantes de la planilla del “príncipe de la basura” para vigilar que no hubiera anomalías en las casillas.

Recuerdo que en una de  esas elecciones, estuvimos (unos compañeros de la escuela y yo) en diversas casillas del sur de la Ciudad de México (muy cerca de la casa de Gutiérrez de la Torre),  “vigilando la legalidad del proceso”.

Evidentemente no hubo ningún problema, prácticamente nadie votó en esas casillas. Terminó el día, nos llevaron a la casa del candidato ganador y ahí estuvimos (una bola de estudiantes preparatorianos menores de edad, sorprendidos por la forma, el poder, el dinero y la autoridad que emanaban los jóvenes cercanos a Cuauhtémoc) viendo como se empezaba a gestar una carrera política que unos años después parecía que nadie iba a detener.

Los sueños políticos rotos

Ahora las cosas han cambiado. Su carrera política no despegó como –supongo- lo tenía previsto. Se quedó encerrado en el DF y sus alrededores sin poder dar el salto a la escena nacional. Sus cargos de diputado, líder del Movimiento Territorial, asambleísta y dirigente local fueron como regalos obligados y su promesa de “desterrar a los corruptos que durante los últimos 17 años han mal gobernado a la capital (del país)” también va a quedar rota.

Lo interesante de este caso es cómo un personaje hecho y educado políticamente bajo el modelo autoritario del antiguo PRI capitalino, pudo doblegar por tantos años a los dirigentes tricolores que ahora presumen de “ser un nuevo partido”.

Para Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre  no existió la democracia ni la transición política en su reino. Él siguió actuando como cuando su padre se hizo el “rey” de los pepenadores y doblegó a las regencias capitalinas con dinero y corrupción.

Tal vez por esto su carrera política no fue más allá del Bordo de Xochiaca, el Cerro de la Caldera y Santa Carina, al oriente de la Ciudad de México. El costo de poseer el poder bajo las armas del “viejo PRI” le están cobrando factura y su imagen será utilizada como una especie de castigo y de recordatorio para todo aquel que intente “manchar” el nombre de este partido con sus acciones.

Pero también representa el vacío de poder que dejó el PRI en el DF desde que hubo elecciones directas para elegir al gobierno capitalino. Su estructura, aunque poderosa y grande, quedó aislada del PRI nacional y cargada de viejos usos y costumbres como los acarreados, grupos porriles y corrupción de sus dirigentes.

El poder de la basura

Esto lo aprovechó a la perfección Cuauhtémoc Gutiérrez y por eso doblegó a trancazos a Beatriz Paredes, María de los Ángeles Moreno y todo el organigrama nacional tricolor.

Ha sido tan fuerte el impacto de este caso y su trascendencia mundial, que César Camacho Quiroz ha tenido que removerlo del cargo, dar la cara para aclarar la postura institucional y dejarlo solo ante la avalancha de críticas y posibles denuncias legales en contra del otrora líder del PRI-DF.

A pesar de todo el dinero, del poder que fue generando y del control económico en la industria de los desechos, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre no ha podido convertirse en un político “educado y moderno”. Sigue viviendo y actuando desde un trono muy alto pero rodeado siempre de basura e inmundicia.


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