Las dos caras de México: Juegos Centroamericanos y descontento social por inseguridad
El pasado viernes 14 de noviembre se inauguraron los JuegosCentroamericanos y del Caribe en Veracruz, un evento deportivo que es el más
importante de la región y en donde se tienen fincadas muchas esperanzas para
reactivar la economía de este estado, mejorar la imagen tan golpeada del
gobernador Javier Duarte y mandar un mensaje al mundo de que en México las
cosas están mejor que nunca.
Más de 5 mil atletas de 31 países participantes, vienen a esta justa deportiva con la
esperanza de ser los mejores a nivel regional, destacar en su disciplina deportiva
y ganarse un lugar para los Juegos Panamericanos.
Evidentemente ellos son los menos culpables de los hechos
que han enrarecido el ambiente en las últimas semanas en México, todo a partir
de la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, tema que
se ha convertido en uno de los puntos más críticos del gobierno de Peña Nieto
ya que las protestas sociales son masivas, continúas y ha golpeado fuertemente la
imagen de México en el extranjero.
Las dos caras de México: Juegos Centroamericanos y descontento social por inseguridad |
Estos momentos marcan de manera precisa las dos caras con
las que se puede identificar la realidad que vive México. Por un lado, contar
con el apoyo para organizar estos Juegos Centroamericanos y del Caribe con un
presupuesto de unos 3 mil millones de pesos, rehabilitar escenarios, construir
recintos nuevos y utilizar este evento deportivo para promocionar de forma
perfecta al Estado de Veracruz, lo que dejará –según los organizadores- una
derrama económica de unos 4 mil millones de pesos.
Por el otro lado, un hartazgo social ante los abusos en
contra de los derechos más elementales de los ciudadanos –como es el libre
tránsito, la libertad de expresión y el respeto a la vida- cometidos por las
autoridades y el crimen organizado, que han venido desgastando y erosionando el
tejido social, hasta el punto de tener un “sentido de trauma nacional” –como lo
señaló The Ecnonomist en uno de sus
artículos titulado de Mal en Peor-.
Para la seguridad de los Juegos Centroamericanos, se han
desplazado alrededor de 8 mil elementos para resguardar a los atletas y los
recintos de las diferentes ciudades en donde se llevarán a cabo estos juegos.
En contra parte, estudiantes de la Universidad Veracruzana y
sectores de la sociedad, tienen programado mantener las protestas y utilizar el
marco de estos juegos, para hacer un llamado a la acción y continuar con las
manifestaciones en apoyo a los familiares y compañeros de los estudiantes
desaparecidos de Ayotzinapa.
Con el hashtag #NoQueremosJuegosQueremosJusticia, las redes
sociales se han convertido –como ya es costumbre- el medio principal por donde
se convoca a la sociedad civil a participar en estas protestas.
México no está en paz y para desgracia de toda la sociedad,
estamos viviendo un momento de una tensa calma en donde un evento aislado
cualquiera, puede generar olas de
violencia desmedida.
Por eso decimos que el México de los Juegos Centroamericanos
es el que todos quisiéramos que fuera verdad, que el bálsamo que siempre traen
estos eventos deportivos por el espíritu que despiertan y los principios que
enarbolan, deberían ser los ideales que rigen la vida cotidiana de la sociedad
y ser representados en la calidad humana y política de todas las personas.
Honestidad, juego limpio, competencias leales, respeto y
esfuerzo continuo son lo que a diario aplican estos atletas en sus
entrenamientos y sus hábitos de vida. Cosa contraria a lo que pasa con muchos
políticos, servidores públicos y policías de nuestro país, en donde estos
valores y principios son exactamente los que no deben aplicar si es que quieren
seguir creciendo en el ámbito del poder.
Nada más triste que las protestas de las últimas semanas
evidencien precisamente la corrupción, el abuso de poder y la falta de ética y
honestidad de algunos funcionarios públicos, que con sus acciones hayan
provocado –y lo sigan haciendo- hechos tan lamentables como los de los 43
estudiantes normalistas y peor aún, que los testimonios y declaraciones de los
involucrados tengan ese nivel de
cinismo, insensibilidad y descaro para narrar cómo ocurrieron los hechos sin el
menor temor del castigo que les espera.
“México es un suicidio en cámara lenta”, señaló el diario El
País en un video blog como para ejemplificar el grado de descomposición moral,
ética y política que vivimos actualmente, lo que lleva a visualizar una
situación crítica y posiblemente detonante de una reacción social importante.
http://daniel.higa.alquicira.over-blog.es/