La realidad del periodismo en México


Marzo fue un mes sangriento para el periodismo mexicano. Con los casos de Cecilio Pineda Birto, periodista asesinado en Guerrero el 2 de marzo; Ricardo Monlui, periodista asesinado en Veracruz el 5 de marzo; y Miroslava Breach, periodista asesinada en Chihuahua el 23 de marzo.

A esto hay que sumarle los ataques de Julio Omar Gómez, reportero de la página web 911 Noticias, en Baja California y de Armando Arrieta Granados, jefe de redacción del diario La Opinión, editado en Poza Rica, y catedrático de la Universidad Veracruzana.
A esto hecho sangriento, hay que agregarle un ataque a la conciencia y a la labor que realizan miles de hombres y mujeres que a diario se juegan la vida por dar a conocer los hechos, con salarios de miseria pero con una dignidad que admiró.
Me refiero al Premio Nacional de Periodismo, otorgado por el Club de periodistas a Esteban Arce, en la categoría de “Programa Especializado” en contenido de “orientación familiar” por la emisión de su programa “Matutino Express”.
Y retomó la pregunta que se hace la periodista Sanjuana Martínez: ¿De verdad ustedes creen que Esteban Arce es periodista? Y agrego: ¿Vale más su “sistemas y valores familiares” –como el define su labor- que la vida de cientos de periodistas –ellos sí, periodistas- muertos en México?
Según cifras de la organización Artículo 19, en 2016 se registraron 426 agresiones contra la prensa en México, 7% más que el año anterior, incluidos 11 asesinatos.
Para la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), México es el país con más periodistas muertos en América Latina en los últimos cinco meses, con 13 asesinatos y existe una injerencia directa del narcotráfico y el crimen organizado en “los contenidos editoriales de los diarios y los medios”, señala esta organización.
Además, la autocensura originada por los ataques directos en contra de los medios de comunicación ha provocado “frentes noticiosos abandonados, pese a su interés público”, dice la SIP.
Apenas el pasado 3 de abril, el periódico El Norte de Ciudad Juárez anunció su cierre definitivo debido a que ‘‘no existen las garantías ni la seguridad para ejercer el periodismo crítico, de contrapeso’’, aseguró su fundador, Óscar Cantú Murguía.
¿Y con este escenario tan oscuro para el periodismo y los periodistas, el Club de Periodistas le otorga un premio nacional –y en este caso lo escribo con minúsculas porque no se merece las mayúsculas- a Esteban Arce? ¿De verdad cree que educa a las familias?
Tal vez las palabras de Sanjuana Martínez rayen en los extremos, pero definió la labor de este tipo de “periodistas” como “todo aquel que reporta un hecho noticioso, aunque sea un cómico, un payaso, un bufón o un homófono declarado”.
Pero la numeraria roja continúa, no crean que esto es todo. Según la Fiscalía para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), de julio de 2010 al 31 de diciembre de 2016- se registraron 798 denuncias por agresiones contra periodistas.
De estas 47 fueron por asesinatos y solo tiene registro de tres sentencias condenatorias: una, en el año 2012; y otras dos en 2016, lo que representa que el 99.7% de los casos han quedado impunes, tal como lo señala Animal Político.
Bajo este escenario, sin duda la labor de Estaban Arce y la honorable evaluación que hicieron de él los jueces del Club de Periodistas, nos da un respiro ante tanta oscuridad.
Es una manera de sentirse tranquilos y seguros y es una esperanza para todos aquellos que quieran realizar un trabajo de trascendencia social, de que lo pueden hacer y aparte serán premiados si siguen ese “sistema y valores familiares”.

Así las cosas con la labor y la importancia del trabajo del periodista en México.

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