Policías Rurales contra Autodefensas en Michoacán

El 10 de mayo se presentó en el municipio de Tepalcatepec el primer grupo de la Policía Rural Estatal, conformada por 450 elementos que formaban parte de los grupos de autodefensas que operaron desde febrero de 2013 en más 35 municipios de Michoacán, en una búsqueda desesperada por defenderse de los abusos de los Caballeros Templarios y La Familia Michoacana. 



Más que un evento donde se ratificara un avance significativo por desarmar a estos grupos de civiles y darle forma institucional, uniformes, entrenamiento y quedar bajo las órdenes de la Secretaría de Seguridad estatal, fue un hecho que -al parecer- no acaba por convencer del todo a varios de los sectores involucrados en el tema de la seguridad en Michoacán. 

Mireles, de vocero a asesino

El primer punto es el desconocimiento que se dio -previo a la toma de protesta de los Policías Rurales- de José Manuel Mireles como vocero del Consejo General de las Autodefensas. Estanislao Beltrán “Papá Pitufo” y el “Comandante 5” han dicho que Mireles no solamente ha decidido actuar por su propia cuenta, sino que además puede que el accidente aéreo que sufrió el médico en enero pasado le haya provocado “quedar mal de sus facultades mentales”. 

Estas declaraciones están enmarcadas en un ambiente de división interna entre los líderes de las –ahora ilegales- autodefensas. Mireles no aceptó el plazo para el desarme impuesto por el gobierno federal y esto provocó una cadena de eventos que lo colocan como el probable responsable de “cinco muertes de civiles” en un enfrentamiento en las inmediaciones del puerto de Lázaro Cárdenas, según lo explicó Alfredo Castillo, comisionado para la seguridad en Michoacán. 

El interés de ser policía rural

Según datos de la Secretaría de Gobernación, 3 mil 316 miembros de las autodefensas han hecho el trámite para incorporarse a la Policía Rural y se han registrado 6 mil 86 armas ante la Sedena, todas parte del arsenal de estos grupos de resistencia integrado por civiles michoacanos. 

Evidentemente no todos los que han hecho esta solicitud van a formar parte de la Policía Rural. Muchos de ellos no van a cumplir con los requisitos ni van a pasar los exámenes de confianza y se quedarán en el limbo, siendo unos ilegales armados si continúan colaborando con los grupos de autodefensas. 

Y ojo, el registro de armas no significa que las confisquen o que los usuarios las entreguen. Las armas siguen en poder de las personas que las utilizaron para su defensa, pero ahora por lo menos la Sedena ya sabe a quién pertenecen en caso de ser usadas en actos criminales. 

¿Qué va a hacer la policía rural?

Todo esto genera dudas en cómo va a funcionar la policía rural. Por un lado, está la posibilidad de que los policías rurales trabajen en conjunto con la ayuda de las autodefensas -que no se han desarmado todavía- y hagan un trabajo conjunto de vigilancia y rastreo de criminales. O si por el contrario, ahora los policías rurales también serán los encargados de combatir a las autodefensas y tratar de detenerlos. 

Más allá del éxito que representa para el gobierno federal la entrada en funciones de este primer grupo de fuerzas rurales y en consecuencia del control que ejerce sobre las autodefensas -que para muchos eran la puerta al “infierno colombiano”-, todavía no quedan claros ni las atribuciones ni los beneficios que tendrán estos nuevos policías. 

Según algunas declaraciones de los propios rurales, todavía no saben cuál será el salario que tendrán ni las funciones específicas de su trabajo. Otro factor importante es definir hasta donde llega su rango de acción y cuáles serán los delitos que van a perseguir. 

El futuro de la policía rural

Si estos detalles quedan al aire, se corre el riesgo de que la Fuerza Rural Estatal de 
Michoacán se vuelva ineficiente, que sea despreciada por los altos mandos policiacos y como pasa con toda policía municipal, tenga poco equipo, entrenamiento y recursos para combatir a los delincuentes. Sin contar con las posibles infiltraciones, traiciones y actos de corrupción con las que operan las agrupaciones locales. 

Por lo que es muy probable que los grupos de autodefensas sigan operando, tal vez con un perfil más bajo y en la clandestinidad, tratando de ser ellos los que pongan orden a las cuestiones de seguridad en algunos municipios de Michoacán. 

Además, Mireles ya anunció que está en la búsqueda de apoyo de representantes sociales y empresarios –algunos de los nombres que suenan son Alejandro Martí, Javier Sicilia, e Isabel Miranda de Wallace, quien ya negó su posible participación- para crear un movimiento de autodefensas que abarquen todo el país. 

No se sabe si esto es real, posible o adecuado. Lo cierto es que en muchas regiones del país –Tamaulipas por ejemplo-, la sociedad civil está asfixiándose ante la ola de violencia que no termina. 

El gobierno federal se puede apuntar un éxito con la entrada en funciones de la Policía Rural Estatal de Michoacán, pero el modelo de las autodefensas ahí está. Bajo las circunstancias actuales, siempre será una opción que se puede repetir en varias zonas del país con líderes reales y en busca de beneficios de sus comunidades; o también existe el riesgo que sea utilizado por grupos criminales para armar a la sociedad y manipularla solamente para sus beneficios… 


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