El adiós del 2013, un año de esperanzas rotas en México
Por Daniel Higa Alquicira.- Estamos a unas horas de cerrar el 2013. Un año
que representaba mucho más que solo 365 días para muchos mexicanos.
Antecedido
por un 2012 desastroso en muchos sentidos y con un gobierno panista corrupto e
indolente ante los reclamos sociales; un nuevo gobierno con un “nuevo PRI” de
cara bonita era la esperanza para millones de ciudadanos.
El 7 de enero de 2013, en su discurso de año
nuevo, Peña Nieto dijo: “El 2013 será un año de importantes reformas que
elevarán a México al sitio que se merece. En todo el territorio nacional hay un
gran ánimo de cambio y transformación. Por eso, estoy seguro de que los meses
que vienen serán de optimismo, ánimo renovado y trabajo".
Y no mintió. Se aprobaron las reformas
estructurales –energética, telecomunicaciones, educativa y fiscal- que tanto
soñaron los panistas durante 12 años. El Pacto por México le aseguró
gobernabilidad y apoyo casi incondicional en el Congreso y en todo el ámbito
político.
Pero esto, que está por demás comprobado es lo
más importante para la clase política, no permeó en el ánimo ni en las
esperanzas de la sociedad. Hay descontento por la reforma energética, hubo un
gran movimiento por parte de la CNTE que todavía tiene sus resabios en el
plantón que poco a poco van abandonando en la Ciudad de México y la clase media
se sintió agredida por la reforma fiscal.
Surge entonces una duda razonable. ¿Si para
los políticos y gobernantes las reformas garantizan el desarrollo del país, por
qué los ciudadanos nos sentimos tan olvidados y desesperanzados ante estos
“avances”? Y la respuesta podría ser que vivimos dos realidades paralelas,
alejadas uno de la otra a tal punto, que lo que pasa en una difícilmente
modifica lo que se piensa en la otra.
Hay ánimo en los políticos, en empresarios que
vislumbran grandes beneficios a corto plazo, en las familias de siempre –los
ricos de toda la vida- que pase lo que pase nunca pierden. Se abren nuevas
oportunidades de negocios, de inversiones, de mejorar la percepción de México
en el extranjero. Pero esto no modifica lo que siente la sociedad.
Los ciudadanos seguimos inmersos en una
realidad totalmente alejada a ese ánimo festivo que invade los discursos
políticos. Seguimos pasmados por la violencia que aumenta y aumenta. Según un
estudio elaborado por una agencia especialista en temas sociales, filial del
diario The Economist, México está en el rango de países con un altísimo
porcentaje de caer en una guerra civil o que se produzca un estallido social
violento.
Nuestra esperanza en este 2013 era que la
violencia disminuyera y está casi en las mismas condiciones que el año
anterior. Michoacán, Tamaulipas, Coahuila, Guerrero, Morelos, Estado de México
y Jalisco –entre muchos otros estados- siguen siendo tierra de nadie, donde los
secuestros, extorsiones y asesinatos siguen en aumento.
18 mil 454 asesinatos de diciembre de 2012 a
noviembre de 2013 según el Secretariado
Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Además de mil 704 secuestros, ocho mil 17 casos de
extorsión así como 45 mil 610 robos de vehículos con violencia y 132 mil 204 sin violencia.
Estos números han colocado a México en este
año que se va, como el más inseguro entre los países que integran la OCDE. Y en
calidad de vida, México es penúltimo de la lista, solamente por arriba de
Turquía.
Hay mucho ánimo entre los políticos que
participan en la toma de decisiones. Hay un ambiente festivo entre las empresas
trasnacionales por poder “participar” en la industria petrolera de México. A
nivel macroeconómico, México sigue siendo la gran esperanza, “una economía
emergente” –aunque actualmente en recesión- que con estas reformas, da un gran
paso a la “modernidad y el desarrollo”.
Pero a nivel social, seguimos estancados entre
la corrupción que permea a toda la clase política y la imposibilidad de mejorar nuestra calidad
de vida. Con un sistema de justicia ineficaz y poco confiable y con
representantes populares millonarios.
¿Será cierto que México con estas reformas
será otro país, un país moderno y diferente? ¿Será verdad que es todo lo que
necesitamos para que nuestras vidas tengan una mejoría medible en cuanto a
calidad y expectativas? ¿Por qué los políticos confían y desean tanto estas
reformas?
Se acabó pues el 2103. El año de las grandes
reformas. El año en el que a Peña Nieto se le asignó el título de “reformador”.
Donde la clase política se “unió a favor de México” y “dejó de lado sus
posturas partidistas”. De grandes celebraciones por la “actitud responsable de
los diputados y senadores”. De mucho ánimo y alegría para la clase política,
los empresarios y consorcios trasnacionales.
Pero para la gran mayoría de los
ciudadanos, el 2013 fue un año de
sacrificios, miedos y –para muchas familias- de sufrimiento y dolor. Feliz año
nuevo, pero ¿qué es lo que nos espera el 2014..?