La flor de Nochebuena, la reina de la Navidad
Cuenta la leyenda que hace muchos años, cuando
se crearon la tierra y todos los seres vivos, Dios le encomendó a las plantas
la tarea de adornar al mundo con el color de sus flores y su hermosura. Además,
su principal tarea era transmitir a la humanidad la esencia de la belleza, el
amor y la sabiduría.
Un día, Dios encontró una planta que cumplía
con su labor pero nadie la tomaba en cuenta; como recompensa, puso una gota de
su sangre en las hojas y estas se pintaron de rojo; así nació la flor de la
Nochebuena.
Una flor divina
Desde hace siglos, esta flor es una
representación de la renovación divina y una manifestación de la grandeza de la
naturaleza. En la época prehispánica, se le conocía como tlazochitl, que en
náhuatl significa “flor que se marchita”, aunque los aztecas también la
llamaban Cuetlaxochitl: "flor de pétalos resistentes como el cuero".
Cuetlaxóchitl, la flor de los guerreros
aztecas
Los aztecas adornaban sus templos con esta
planta, ya que su florecimiento coincidía con la fecha del nacimiento de
Huitzilopochtli, deidad relacionada con el sol; además de que sus hojas de
color rojo, significaban para ellos la sangre de los sacrificios humanos que
ofrendaban al astro rey para renovar sus fuerzas y que no dejara de brillar.
También, simbolizaba la sangre de los
guerreros muertos en batalla. Los sacerdotes aztecas visualizaban a esta flor
como una señal de la “renovación de la vida” y el regreso de los guerreros a
este mundo en forma de colibríes, que volvían a la tierra para liberar la miel
de las flores.
Con todo esto, la Cuetlaxochitl se convirtió
en una planta de origen divino que venía a la tierra a adornar e iluminar al
mundo. Según las tradiciones aztecas, su mayor manifestación de poder era que
esta planta florecía justo en la época en que se daba el solsticio de invierno,
el periodo que significaba para ellos el inicio de un nuevo ciclo de vida,
asegurando así la supervivencia de la tierra.
El encanto de una planta
Una de las principales maravillas que
encontraron los españoles a su llegada a las tierras conquistadas, fue la gran
variedad de plantas y jardines que cultivaban los aztecas. Una de ellas llamó
su atención de manera especial a los frailes misioneros. "Es aquella flor
que se llama Cuetlaxóchitl, de un árbol con hojas muy coloradas" dijo Fray
Bernardino de Sahagún.
Fue en el invierno del siglo XVII que esta
flor iluminó por primera vez las fiestas navideñas, cuando un grupo de monjes
franciscanos recolectó esta planta en los campos cercanos de Taxco, Guerrero,
para enmarcar una procesión conmemorativa de la Natividad, llamada Fiesta del
Santo Pesebre, iniciando así una de las tradiciones más bellas de la
actualidad.
La alegría de la Nochebuena en una flor
Desde ese momento, las iglesias y templos
católicos fueron adornados con la planta que los misioneros españoles denominaron
Flor de Nochebuena. Los nacimientos, altares y espacios públicos se llenaron
del misticismo que guarda esta planta y los participantes en las ceremonias
religiosas disfrutaron del espectáculo del florecimiento de este arbusto y que
además representaba la esperanza y el amor de la Navidad.
La Flor de Nochebuena se ha convertido en un
símbolo insustituible de la Navidad moderna. En muchas partes del mundo se la
relaciona de manera directa con esta festividad, y aunque es una planta que
dura todo el año, solamente en diciembre se utiliza, venera y se admira.
El mundo entero sucumbió a la hermosura de una
planta originaria de las tierras mexicanas, que es única por su colorido, forma
y que guarda un espíritu propio.
La Flor de Nochebuena en el mundo
La antigua Cuetlaxochitl azteca se ha
convertido en un símbolo mundial de las festividades decembrinas. A pesar de
ser, por muchos siglos, una planta de ornamento local, la labor del diplomático
Joel Robert Poinsett, quien fue embajador de Estados Unidos en México de 1825 a
1829, fue fundamental para que la Flor de Nochebuena conquistara con su belleza
los hogares y templos de toda la tierra.
De esta forma, Poinsett ayudó a difundir la
planta, enviando ejemplares a varios horticultores y a muchos jardines
botánicos de Estados Unidos y Europa. La Flor de Nochebuena se conoce
precisamente como “Poinsettia” en Estados Unidos y otros países de Europa, en
honor del hombre que la propagó y popularizó como un exquisito adorno de Navidad.
Su mensaje de felicidad
Aunque se le conozca con diferentes nombres,
la Flor de Nochebuena se ha convertido en un mensajero vivo de la grandeza de
la madre naturaleza y de la sensibilidad del ser humano. Esperanza, paz, amor,
sabiduría, alegría y felicidad se puede leer en sus llamativas hojas rojas, que
siguen representando el color de la vida y del renacimiento espiritual que, año
tras año, espera la humanidad entera, en busca de un mundo mejor.