La navidad azteca
Durante siglos, los antiguos pueblos
mesoamericanos celebraban algunas ceremonias para venerar a sus dioses y
mantener vivas las tradiciones que daban sentido a su existencia. Una de las
más importantes en su calendario era la llegada de Huitzilopochtli ("colibrí
del sur" o "colibrí izquierdo"), que ocurría en los últimos días
del mes de diciembre.
Fiestas por el renacimiento de su dios
En el periodo conocido como Panquetzaliztli en
el calendario azteca, entre los días 7 y 26 de de diciembre de nuestro calendario,
ocurría el advenimiento de Huitzilopochtli, el Niño Sol. Esto se celebraba con
una serie de fiestas populares y así, los antiguos pobladores mantenían viva
una de las tradiciones más arraigadas en la cosmovisión prehispánica y que
consistía en el renacimiento del astro rey.
En estos días la gente realizaba ayunos,
prendían fogatas con maderas aromáticas, purificaban sus hogares con la
práctica de rituales antiguos, ofrendaban grandes manjares y hacían sacrificios
en honor de su dios, que volvía para asegurar la vida al menos un año más
El día esperado
Todo sucedía el día del solsticio de invierno,
justo cuando el sol ya había recorrido la bóveda celeste y se encontraba en su
máximo desplazamiento hacia el sur, era cuando Huitzilopochtli volvía. Según la
costumbre mexica, en esta fecha el Niño Sol caminaba hacia el Mictlán, lugar de
reposo o de los muertos, para renacer después en forma de colibrí.
Al parecer, algunos historiadores aseguran que
era entre el 24 y 26 de diciembre cuando este dios renacía trasmutado en esa
pequeña ave para chupar la miel de las flores. El lugar donde se creía que el
nuevo sol resurgía por completo era en la localidad de Malinalco (Malinalxoch),
ubicada en el Estado de México, y ahí se realizaban las ceremonias y rituales
tradicionales de aquellos pueblos para demostrarle cariño y respeto.
Las posadas, una tradición prehispánica
Parte de las celebraciones en honor al dios
Huitzilopochtli, consistían en una carrera encabezada por un corredor muy
rápido que cargaba en los brazos una figura de esta deidad echa con amaranto y
miel y detrás del portador de esta imagen, corría una multitud de gente
portando banderas de color azul siguiendo al líder por muchos de los barrios y
pueblos que componían la antigua Tenochtitlan.
Este evento tenía su origen en la Gran Casa
del Sol (Huey Teocalli) y llegaba hasta Tacubaya, Coyoacan y Churubusco, entre
otros muchos lugares, dejando a su paso una gran alegría entre los pobladores
que continuaban con los festejos en sus hogares.
Después de la conquista española, los
evangelizadores visualizaron este evento como una oportunidad de sustituir a
los antiguos dioses paganos por los católicos, sin perder la tradición y como
una manera de convertir a la religión española en parte de la vida cotidiana de
los indígenas.
Con este antecedente, Fray Diego de Soria
consigue una bula papal para celebrar lo que en su momento se llamó "misas
de aguinaldo" y sustituir así las celebraciones en honor de
Huitzilopochtli con la historia de María y José en su peregrinar por Nazareth. Así,
las primeras posadas se celebraron en 1587 en el pequeño pueblo de San Agustín
Acolman, cerca de Teotihuacan
Quién era Huitzilopochtli
Huitzilopochtli fue una de las deidades
aztecas más veneradas. Hijo de Coatlicue, la diosa que representaba a la Madre
Tierra, esta divinidad se relacionaba con la guerra y con el poder del sol. La
leyenda del origen del Niño Sol dice que mató a sus 400 hermanos y a su hermana
Coyolxauhqui con una serpiente de fuego, la decapitó y lanzo su cabeza al
cielo, conviertiéndola así en la luna.
Además fue este mismo personaje el que les
indicó a los Mexicas que fundaran la capital de México-Tenochtitlan en el Lago
de Texcoco y fue en honor de este dios, que sacrificaban vidas humanas para
mantenerlo vivo.
El origen de Huitzilopochtli
Además de nacer en las mismas fechas en las
que se celebra la navidad católica, el mito de Huitzilopochtli guarda una
relación muy cercana a la forma en que se describe la concepción del niño
Jesús.
Así, la deidad azteca nace después de que su madre quedó preñada por una
bola de plumas que cayó del cielo, para llegar al mundo en forma de un niño que
le daba vida a su respectivo pueblo a través de la fuerza creadora de la luz
del sol.