Crisis de credibilidad e inseguridad en el DF

La Ciudad de México está en un momento difícil en materia de seguridad. Con la renuncia de Jesús Rodríguez Almeida como secretario de Seguridad Pública, se hace evidente que algo está pasando en las entrañas del gobierno del Distrito Federal, que ha sido el blanco de duras críticas por parte de defensores de derechos humanos y de la sociedad en general, por sus actuaciones en las marchas de los últimos días, así como el descrédito de la sociedad que siente y vive el aumento de la delincuencia en carne propia.
La renuncia de Almeida se da luego de que el pasado 20 de noviembre y el 1 de diciembre se dieran nuevamente actos de violencia desmedida por parte de los granaderos, en contra de personas que asistieron a la marcha de forma pacífica, que evidentemente no tienen nada que ver con los “anarquitas” encapuchados y en donde los uniformados repitieron el modelo de actuación que habían tenido durante todas las marchas anteriores.
El tiempo que duró Rodríguez Almeida al frente de la SSPDF estuvo marcada por hechos de violencia que tuvieron en alerta máxima el gobierno capitalino. EL caso de los desaparecido del Bar Heaven, los asesinatos de narcomenudistas en Tepito, en la Zona Rosa y en la Condesa; robos a centros comerciales.
Además de las detenciones arbitrarias de personas que no tenían nada que ver con actos violentos de las marchas, las agresiones de granaderos en contra de familias enteras, defensores de derechos humanos, periodistas y todo aquel que se les pusiera enfrente.


Operativos encubiertos
Lo que causó más enojo entre algunos sectores de la sociedad, es que se divulgaran fotos en donde supuestos funcionarios del gobierno del DF participaran en los operativos para detener a estudiantes o personas durante las marchas, como circuló en las redes sociales con el caso de Israel Rodríguez, subdirector de Gestión Social de Concertación Política del GDF.
Pero una de las últimas declaraciones de Rodríguez Almeida que fue como echarle gasolina al fuego, fue cuando aplaudió a los oficiales que participaron en los operativos y dijo: “felicitó al personal por el trabajo demostrado, por el gran valor, gallardía, responsabilidad y sobre todo restablecieron el orden público le guste a quien le guste”.
¿Serían estas declaraciones lo que motivó su supuesta renuncia? ¿O fue demasiada la presión social en contra del GDF por estas actuaciones policiacas que tuvieron que buscar a un culpable y este fue Rodríguez Almeida?
Estos actos han golpeado fuertemente la credibilidad de Miguel Ángel Mancera y de toda su administración. Muchos lo han catalogado incluso como un represor, pero la realidad es que algo se quebró entre Rodríguez Almeida y el jefe de gobierno para que el primero renunciara.
Indices delictivos
Pero por otro lado, los índices delictivos en la Ciudad de México están en el límite de pasar a ser un tema urgente en la agenda política y social del GDF. 
Aunque técnicamente no existan muestras de presencia de organizaciones del crimen organizado –como tantas veces lo hemos escuchado-, las bandas de narcomenudistas que trabajan para los grandes cárteles se han apoderado de las calles y extienden sus negocios a delitos como robos, extorsiones y secuestros.
Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el Distrito federal se han presentado 72,094 denuncias por robo de enero a noviembre de 2014. De estas, 22,057 han sido por robos con violencia.
Estos datos colocan a la capital del país como la segunda entidad a nivel nacional por el número de denuncias presentadas, solo por debajo del Estado de México, que en el mismo periodo de tiempo contabilizó 73, 217 robos.
Este tipo de delitos afectan de manera directa a la sociedad en general, porque no solamente es el robo a sucursales bancarias o joyerías en centros comerciales, roban al transeúnte, a los comercios, a casas habitación, a los pasajeros del transporte público; en fin, en todos los ámbitos se presentan robos y cada vez tienden ser más violentos.
Violencia y descontento de la sociedad
Tan solo el pasado 28 de noviembre se dio el caso de un herido por arma de fuego en la colonia Santa Lucía de la Delegación Álvaro Obregón. La víctima fue un señor de 60 años que intentó evitar que fuera asaltada la veterinaria donde trabaja, ya que este negocio había sufrido tres robos en dos semanas.
Afortunadamente para la víctima, la bala atravesó su antebrazo y se introdujo en el llavero que tenía en la bolsa de su chamarra, lo que evitó que el proyectil también se introdujera en el abdomen.
Horas después el agresor fue detenido en Santa Fé por robo a un establecimiento, que también lo hizo con lujo de violencia. A pesar de que se dio la detención, fueron dos casos aislados sin relación alguna  en donde el ahora preso en el Reclusorio Sur, asaltó a transeúntes, negocios y disparó contra una persona en un periodo de unas tres horas.
Es decir, estos actos han levantado mucho disgusto social en estas colonias, en donde los pobladores están dispuestos a tomar acciones extremas en el caso de que los robos y asaltos con violencia no disminuyan y/o mejore la seguridad de la zona.
Este es solo un ejemplo de cómo opera la delincuencia en todo el Distrito Federal, que  está invadido de bandas o padillas que además del narcomenudeo, ahora también centran sus actividades en otros delitos que les dejan dinero rápido y con poco “trabajo”.
Y a pesar de que se dio una reducción en los índices de robo de un 19% en los primeros seis meses del año -según datos de la SSPDF-; la realidad es que la percepción social en materia de seguridad empeora día con día.
Los delitos de robo con violencia por ejemplo, dañan profundamente a las víctimas y a su entorno, que considera que la actuación de las autoridades es tardía, poco efectiva y a veces hasta dudan de la integridad de los procesos judiciales, sobre todo en el caso de los ministerios públicos.

Renunció Rodríguez Almeida, la reputación del gobierno del DF está por los suelos y en materia de seguridad pública, cada vez hay más desconfianza y descontento entre la sociedad capitalina. Si las cosas no mejoran en cuanto a control de la delincuencia, pronto empezaremos a ver brotes de inconformidad en colonias que incluso están dispuestas a organizarse y defenderse por sí mismas en caso de ser necesario.

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