La mitad de los mexicanos en pobreza salarial

¿LA POBREZA EN MÉXICO ES UN PROBLEMA SIN SOLUCIÓN?

La pobreza es un tema que a nivel político, parece más una moneda de cambio que utilizan de acuerdo a los momentos y a las necesidades de los gobernantes y candidatos. Si está cerca un proceso electoral, todos  los voltean a ver y les prometen una vida de ensueño si votan por ello; pero si es una época donde no hay elecciones de por medio, entonces son solo cifras manipulables de acuerdo al discurso.
En su quinto Informe de Gobierno, Enrique Peña Nieto aseguró que “las cifras de combate a la pobreza son alentadoras” y siguiendo las medidas aplicadas por su administración, en 10 año ya no habrá pobreza extrema en México.
Según Peña Nieto, “hay 2 millones 100 mil personas menos en situación de pobreza extrema que en 2012”. Y como dije renglones más arriba, las cifras son manipulables en el contexto en el que se usa, ya que si bien esto es bueno, lo cruel es que hay al menos otros 55 millones de mexicanos que no han dejado este sector, que a nivel humano es uno de los más humillantes.
Ahora bien, estos 2 millones 100 mil personas que dejaron el umbral de la pobreza extrema, seguro entraron a otro sector en donde las condiciones serán un poco más favorables pero todavía no lo suficiente para considerar que han mejorado del todo su calidad de vida.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en sus cifras de la Medición de la Pobreza 2010-2016, señaló que 62 millones de personas en el país no tienen un ingreso suficiente y que están por debajo de la línea de bienestar alimentaria y “no alimentaria”.
50.6% de la población está en esta situación y es precisamente el problema del ingreso salarial el que no permite reducir esta franja, ya que la desigualdad se genera en este punto, ya que contar con un trabajo no es sinónimo de que se tenga una seguridad financiera.
Y esto genera un entorno poco favorable sobre todo para las personas de bajos recursos o que son parte de sectores vulnerables. “México es un país extremadamente desigual en términos de ingreso económico e incluso, desigual en el número de oportunidades de desarrollo”, dijo en su momento Ricardo Fuentes-Nieva, director ejecutivo de Oxfam México.
Según el Coneval, entre la población deindígenas y no indígenas, el 74.3% del primer grupo vive con un ingreso inferior a la línea de bienestar, contra un 48.1% del segundo. En el caso de hombres y mujeres, el 51.3% de ellas vive por debajo de esta línea, en tanto que esta proporción para los hombres es de 49.8 por ciento.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo la pobreza o la falta de ingresos suficientes impacta en la sociedad, pero lo grave de esto es que en realidad el modelo económico actual sigue generando estas terribles diferencias, por lo que hay muy pocas posibilidades de que esto se revierta en un periodo corto de tiempo.
Pero ya se acerca el 2018 y con él las elecciones presidenciales, entonces se generará –nuevamente- una paradoja que ha sido el motor de los votos en México.
Los pobres tendrán un valor incalculable para los grupos y candidatos políticos, los visitarán, les prometerán, les llevarán despensas, material de construcción, láminas y hasta tarjetas con dinero; todo con el fin de que aunque sepan que su condición no va cambiar pase lo que pase, tengan su voto seguro.

Ellos seguirán siendo, la mayoría de la población, seguirán siendo los pobres y los más pobres de México, la plebe con la que no se quieren juntar las familias de los políticos; pero paradójicamente son tan valiosos a nivel electoral, que ellos representan la mitad de la población en el país; por eso la pobreza no es un problema social que no tenga solución, parece más bien un problema político que conviene no resolverlo.

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