Joaquín Capilla y el camino de los campeones
Aquí les presentamos una pequeña entrevista del medallista olímpico Joaquín Capilla, quien falleció en mayo de 2010...
El máximo
logro de un deportista es conseguir ese triunfo que lo coloque en la cima de su
disciplina. Una medalla, un trofeo o simplemente romper las marcas personales,
pueden significar el sueño de ver materializado el esfuerzo y la entrega que
representó llegar a la meta y ser el mejor.
En palabras de Joaquín Capilla, “convertirte en campeón alguna vez es un sueño increíble, pero sólo lo puedes conseguir si
eres disciplinado y entregado en tu actividad diaria”. Considerado el mejor
clavadista mexicano de la historia, Capilla es el único atleta nacional que ha
conseguido cuatro preseas en juegos olímpicos: dos medallas de bronce en
Londres 1948, una de plata en Helsinki 1952 y una de oro en Melbourne 1956.
Con una amplísima experiencia en competencias
internacionales y con una cantidad impresionante de triunfos, Joaquín Capilla
considera que “un campeón es aquella persona que ha seguido su vocación y ha realizado un sueño.
Es aquel que se fija
metas y trabaja por alcanzarlas, con la satisfacción del deber cumplido. Un
campeón es también aquel que se sobrepone a los momentos difíciles y aprende de
ellos”.
Aunque el trabajo constante puede ser una buena
herramienta para llegar al triunfo, el señor Capilla considera que el secreto
de todo está en descubrir la vocación de las personas. “Para ser campeón hay
que tener vocación para la actividad donde te vas a desarrollar”.
Y agrega, “cada persona tiene una vocación; unos
pueden ser artistas, otros empresarios,
diputados o maestros; pero los que van a tener éxito en su carrera, son
los que tienen el sueño de llegar a ser grandes, que tienen las ganas de
superar los obstáculos y de perseverar para alcanzar sus metas”.
Con el sabor del triunfo rondando sus palabras, las
anécdotas de su historia deportiva lo llevan a revalorar sus logros.
“Yo me dí
cuenta de lo importante que es ganar cuando conseguí mi primera medalla
olímpica. Mi vocación era ganar desde niño, había ganado torneos nacionales e
internacionales; pero un triunfo en unos juegos olímpicos es insuperable. Y
también es lo más difícil de conseguir en la carrera de un deportista”, afirma el
campeón olímpico en Melbourne.
Sin perder detalle de su paso por el deporte, Joaquín
Capilla recuerda algo que desde niño lo ayudó entender que no existen límites
en el mundo de los campeones.
“Me acuerdo mucho de las palabras de mi
entrenador, cada vez que ganaba una competencia, me decía: esta bien pero lo puede hacer
mejor. Esta es una fórmula que aplica para todo en la vida; no hay que
conformarnos y hay que esforzarse por mejorar todo el tiempo”.
Con cuatro preseas olímpicas y con una vida deportiva
inigualable, el señor Capilla considera que los triunfos están al alcance de
cualquiera que se lo proponga.
“Los medallistas olímpicos no somos garbanzos de
a libra ni cosas extraordinarias, somos personas comunes y corrientes que
perseguimos el sueño de llegar a ser campeones algún día. Simplemente con mucho
trabajo, esfuerzo y orgullo, alcanzamos nuestras metas”.
Así, para convertirse en campeones sólo se necesita
templanza de espíritu, perseverancia y vocación. “Y también mucha ilusión de
ser un ganador y seguir el ejemplo de las personas que han triunfado…”
Con la voz entrecortada y con la mirada puesta en Melbourne
1956, el señor Capilla recuerda que el momento más increíble fue cuando escuchó
“por los altavoces en la fosa de clavados: ¡El campeón olímpico es Joaquín
Capilla de México!
Ese fue el momento más increíble de mi vida; lloré de
alegría arriba del podium porque había hecho realidad mis sueños",
concluye el mejor clavadista mexicano de la historia y el único medallista
olímpico de oro en esta disciplina.