El día de las almas enamoradas en Janitzio Michoacan
Las almas de las personas que han dejado este mundo están
de visita por un par de días y esto es motivo de fiesta y celebración para
todos. El primero y dos de noviembre, los mexicanos que seguimos vivos y los
que hace tiempo dejaron de estarlo, nos reunimos nuevamente de manera simbólica
para descubrir que la muerte tiene rostro divertido y que no es tan mala como
parece.
Existe un lugar donde esta fiesta es única por la
forma en que se lleva a cabo en medio de una hermosura física inigualable de la
región, por el misticismo que guarda en sus leyendas y en su historia como un
pueblo lleno de sabiduría.
De manera muy particular, la fiesta dedicada a los
muertos en la isla de Janitzio está bellamente adornada con la historia de dos
enamorados que sus espíritus se reúnen cada año en el panteón local para
revivir su amor.
Dos jóvenes enamorados
Cuenta la leyenda que Mintzita Corazón,
hija del Rey Tzintzicha y Itzihuapa, hijo de Taré y Príncipe heredero de
Janitzio, estaban a punto de contraer matrimonio cuando los conquistadores
españoles arribaron al territorio “michoaque” (tierra de peces en lengua
mexica) y tomaron preso al padre de la enamorada.
De
manera desesperada, Mintzita ofreció a Nuño de Guzmán el fabuloso tesoro que se
encontraba bajo las aguas del lago de Patzcuaro a cambio de la liberación de su
padre. Fue entonces que Itzihuapa, cuando estaba a punto de extraerlo, se vio
rodeado de veinte sombras de remeros que lo sumergieron al fondo del lago.
Desde ese momento, Itzihuapa se convirtió en el vigésimo primer guardián del
tesoro y en la noche del día de muertos, regresa para encontrarse con su amada
y revivir el pasado glorioso de su historia.
La conquista no terminada
Con la consolidación de la religión católica en todo
el territorio conquistado, el pueblo purépecha adoptó el festejo del Día de los
Muertos con las características que hasta hoy conocemos, pero la leyenda
prehispánica sigue viva. Sin embargo, las características naturales de este
lugar, le han dado a la celebración un toque de mayor misticismo y realce al
rencuentro de las almas.
Como parte del ritual, las personas navegan en canoas
por los canales del lago rumbo al panteón. En medio de sombras y sólo alumbrado
el ambiente con la luz de las miles de veladores que deambulan por las aguas,
los pobladores locales arriban lentamente a la cima de la isla para adornar con
carpetas bordadas, las tumbas donde pondrán los arreglos florales y las
ofrendas que serán el manjar que disfrutarán los visitantes que han regresado
de su largo viaje.
Mágicamente, una especie de encantamiento se apodera
del lugar, cuando empieza a teñirse en el ambiente el interminable sonar de la
campana colocada a la entrada del cementerio y que marca el camino para que las
almas encuentren el campo santo, donde los familiares vivos pasan la noche
entonando alabanzas, rezos y suaves cantos en tarasco, que le dan la bienvenida
a sus seres queridos que por algunas horas, convivirán todos juntos a la luz de
la velas.
De esta manera se celebra en Janitzio el Día de los
Muertos y los habitantes del lugar cumplen con el deber sagrado de recibir a sus
antepasados manteniendo viva la tradición local.
Así, la impresionante
Animecha Kejtzitakua (manera local de denominar la celebración), es una de las
más hermosas manifestaciones de la riqueza cultural de nuestro país y es una
forma muy particular de homenajear a la vida y a la muerte en su sentido más
humano.