En la cima del Iztaccíhuatl, en la cima del mundo


En noviembre de 2009, el alpinista mexicano José Manuel Pacheco llegó a la cima del hermoso volcán y cumplió uno de sus más grandes sueños.

Durante el ascenso al Iztaccíhuatl sintió cómo el viento golpeaba su rostro; disfrutó del frío de la montaña,  distinguió los aromas de las nieves perpetuas, gozó cuando lo envolvió la neblina y escuchó rodar las piedras que se desgajaban a su paso.

Los ojos que no miran

Solamente sintió, porque él no puede ver. A partir de los 17 años, a José Manuel le detectaron un problema congénito que le ocasionó la perdida de la vista de manera paulatina.

“Ha sido complicado porque todos desearíamos volver a ver, pero he aprendido bastante estando en esta situación; me ha ayudado a valorar a la gente, la vida y cada una de las cosas que logras hacer”, asegura.

José Manuel Pacheco, alpinista ciego



La adrenalina corriendo por las venas

Pero el alpinismo le ha dado la oportunidad de redescubrir el mundo a través de las sensaciones.

“Al alpinismo –dice José Manuel- yo lo definiría como la adrenalina que sube por tu cuerpo, como esa experiencia que te permite disfrutar a flor de piel todas las cosas que vas sintiendo, cada una de las partes que vas pisando o que vas tocando en tu camino. El alpinismo te permite explorar y explotar tu ser, es algo que se disfruta en su totalidad”.

El cuerpo humano que siente

Y es que más que una aventura extrema, es una experiencia sensorial. “La llamo así,  porque están involucrados todos los sentidos. Por ejemplo: cuando vas pasando por un banco de neblina lo percibes perfectamente a través de la piel, entras en contacto con la humedad y sencillamente te abraza.

“Y escuchar es también algo diferente. A través del oído ubicas lo que está a tu alrededor, las pisadas de los compañeros, las distancias; distingues el peligro con el rodar de las piedras que se van al vacío. Además de los olores y los sabores, porque a cada uno le saben diferentes las caídas –dice con una sonora carcajada-”.

La vida sigue

La pérdida de la vista ha sido uno de las situaciones más difíciles de superar para José Manuel Pacheco, que reconoce que en algún momento su vida dejó de tener sentido.

“El proceso inicial te lleva a la depresión, a un decaimiento del estado de ánimo y te abandonas porque la limitante visual es algo que te espanta; pero cuando uno tiene el deseo de seguir viviendo y te aceptas como eres, puedes salir de la burbuja y darte cuenta de que hay mucho mundo afuera”.

Pero para José Manuel, el deporte de la escalada le ha permitido superar sus propios miedos.
“El alpinismo me ha abierto mucho el panorama y me ha permitido ver las cosas como son y saber que tienen su forma de lograrlas, simplemente hay que aprender a hacerlo y luego realizarlo”.

La fuerza de voluntad conquista montañas

Para lograr grandes cosas en la vida, el secreto está en la perseverancia y en el deseo de lograrlo, ya “que existiendo o no uno de los sentidos, la voluntad es la fuerza que te ayuda a alcanzar tantas y tantas cosas que no te imaginas. El no tener voluntad es no tener fuerza”, dice Pacheco.

Y aunque la vida no ha sido fácil para él, su fortaleza le ha permitido superar todas las dificultades, romper sus límites personales y seguir luchando por sus anhelos.


“No importa si nos encontramos con una muralla enfrente, la fuerza de voluntad nos va a llevar a buscar la forma de rodearla, saltarla o brincarla para llegar a donde están tus sueños ”, concluye el alpinista. 



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